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Paloma Lafuente opiniones negativas al respecto de los supuestos “maestros del amor” en internet

Lunes, 03 de Noviembre de 2025 Tiempo de lectura:

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“La verdadera guía es humilde. Quien se llama ‘Maestro’ vende ego, no ayuda”

 

El desamor es uno de los motores de búsqueda más potentes de internet. En momentos de vulnerabilidad emocional, miles de personas buscan respuestas en el mundo espiritual, un territorio fértil no solo para la guía, sino también para la confusión. En los últimos años, ha surgido una figura que prolifera en redes sociales: el autoproclamado “Maestro del Amor”. Se presentan con una estética de poder infalible, prometiendo soluciones absolutas y atrayendo a quienes se sienten desesperados.

 

 

 

Pero, ¿qué hay detrás de esta autoridad impostada? ¿Cuáles son los riesgos de depositar la confianza en quien exige una fe ciega? Para analizar este fenómeno, hablamos con Paloma Lafuente, una voz con décadas de trayectoria en el tarot y la ritualística, conocida precisamente por sus opiniones críticas y su firme defensa de una práctica ética. Queremos entender dónde está la línea roja que separa al guía del gurú, y al acompañamiento de la manipulación.

 

Paloma, vemos por todas partes anuncios, vídeos y perfiles de personas que se titulan a sí mismos "Grandes Maestros del Amor". Prometen una sabiduría superior y resultados que nadie más puede lograr. Cuando usted ve esto, ¿qué es lo primero que piensa?

 

Paloma Lafuente: Pienso que la verdadera espiritualidad, la ayuda real, es mucho más humilde y silenciosa. Lo primero que me genera es desconfianza. La palabra "Maestro" ya implica una jerarquía, una relación vertical. Implica que "yo sé" y "tú no sabes", que "yo tengo el poder" y "tú vienes a mí a recibirlo".

 

En mi opinión, el acompañamiento espiritual ético es horizontal. Yo no me siento por encima de la persona que consulta; me siento al lado. La persona que llega con el corazón roto no es una discípula ignorante, es una persona que sufre y que, temporalmente, ha perdido su centro y su claridad. Mi trabajo no es imponerme como una "maestra", sino servir como una guía, una intérprete, para ayudarle a encontrar su propia fuerza. Estos títulos rimbombantes suelen ser una fachada, una herramienta de marketing para impresionar a quien se siente vulnerable.

 

¿Por qué cree que esta figura del "Maestro" infalible resulta tan atractiva? ¿Qué carencia vienen a llenar?

 

Paloma: Vienen a llenar la necesidad más humana que existe en un momento de crisis: la necesidad de certeza. Cuando una persona sufre por amor, vive en un estado de caos e impotencia absolutos. Se siente pequeña, confundida y fuera de control. Entonces, aparece esta figura arquetípica, el "Maestro", que proyecta todo lo contrario: control absoluto, poder infalible y certeza total.

 

Es una seducción psicológica muy potente. La persona no tiene que hacer el trabajo difícil de gestionar su dolor o su incertidumbre; simplemente tiene que "confiar en el maestro". Es la fantasía de externalizar el problema. Le entregan su poder personal a esta figura a cambio de una promesa de alivio. El "maestro" no vende un ritual, vende la fantasía de que "él se encarga de todo".

 

Usted ha sido muy crítica con sus métodos. Más allá del título, ¿qué banderas rojas o tácticas específicas ha observado en estos "maestros" que el público debería identificar?

 

Paloma: Hay varias, y suelen repetirse. La primera es el lenguaje que utilizan. No es un lenguaje de sanación, es un lenguaje de poder, casi violento: "dominar", "doblegar", "someter", "amarrar a tus pies". Eso no tiene nada que ver con el amor; tiene que ver con el ego.

 

La segunda bandera roja es la creación de una dependencia. El "falso maestro" nunca te da herramientas para que tú te sientas mejor por ti mismo. Al contrario, te convence de que solo él puede ayudarte. Si el ritual falla, te dirá que es porque ha aparecido un "enemigo" o una "magia negra" que solo él puede combatir (con un pago extra, claro). Su objetivo no es que te cures y te vayas; su objetivo es que te quedes, que te conviertas en un seguidor.

 

Y la tercera, que es muy clara, es el culto a su personalidad. Sus comunicaciones se centran en ellos mismos: sus supuestos poderes, sus viajes, sus títulos, sus túnicas. Es un espectáculo. Como decía antes, la ayuda real es serena. Desconfíe de cualquiera que necesite gritar lo poderoso que es.

 

Si ese es el modelo del "falso maestro", ¿cuál es el modelo del profesional ético? ¿Cómo se diferencia en la práctica un "guía" de un "maestro"?

 

Paloma: La diferencia es total, y empieza en la primera consulta. El "maestro" vende una solución antes de entender el problema. El guía ético primero diagnostica.

 

Para mí, el primer paso es siempre una lectura de tarot. Y aquí también hay una gran diferencia. El "maestro" usa el tarot como un oráculo de poder, para sentenciar: "Veo que te odia" o "Va a volver el martes". Lo usa para impresionar.

 

Yo uso el tarot como un mapa emocional. Es un diálogo. Las cartas nos muestran por qué se llegó a este punto, qué siente cada uno, dónde están los bloqueos reales. No es una sentencia, es una herramienta de claridad. Y con esa claridad sobre la mesa, somos dos adultos tomando decisiones.

 

A veces, la lectura es dura. A veces las cartas muestran que la relación era tóxica, o que el amor allí se terminó. El "falso maestro" nunca te dirá eso, porque se le acaba el negocio. Un guía ético tiene la responsabilidad de decir la verdad, aunque duela. Porque a veces el mejor trabajo ritual no es un endulzamiento para que vuelva, sino un ritual de corte o de aceptación para que la persona pueda, por fin, tener paz y seguir adelante.

 

Es una diferencia fundamental. El objetivo del "maestro" es retener al cliente, y el del guía es que el cliente recupere su autonomía.

 

Paloma: Exactamente. Mi mayor éxito no es que un cliente vuelva diez veces. Mi mayor éxito es que, después de un proceso, esa persona me diga: "Paloma, ya entiendo. Ya me siento en calma. Ya sé qué decisión tomar". El objetivo de la verdadera guía espiritual no es crear discípulos, es fomentar adultos emocionalmente autónomos. Es devolverle a la persona su propio poder, no quitárselo.

 

Para concluir, ¿qué consejo le daría a esa persona que está ahora mismo en casa, con el corazón roto y buscando ayuda en internet, tentada por las promesas de un "Maestro del Amor"?

 

Paloma: Le diría que respire hondo y que use su sentido común, que ahora mismo está nublado por el dolor, pero sigue ahí. Le diría que desconfíe de la arrogancia. La espiritualidad real no necesita túnicas de terciopelo ni títulos nobiliarios inventados; es clara, serena y honesta.

 

No busque a alguien que le prometa dominar a otro. Busque a alguien que le ofrezca claridad para usted misma. No busque a un "maestro" al que obedecer. Busque a un profesional que le hable con respeto, con honestidad, y que le ayude a encontrar la calma. El verdadero poder que necesita no está en manos de ningún gurú de internet; está dentro de su propia serenidad.

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