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Entrevista

“Quiero torear en mi tierra”, la ilusión de Adrián Gabella, novillero de Benavente

Redacción Sábado, 11 de Octubre de 2025 Tiempo de lectura:

El joven novillero benaventano, de 22 años, forja su carrera en Salamanca con la mirada puesta en cumplir su sueño: torear algún día en su tierra natal

 

Desde niño, Adrián sintió que su destino estaba ligado al toro. “Desde los 14 o 15 años sabía que quería ser torero”, recuerda. Sin antecedentes familiares en el mundo taurino, su afición nació del toro enmaromado de Benavente, una tradición que sigue muy presente en su vida.

 

“Le pedí a mi madre que me llevara a la Escuela de Salamanca, pero al principio no quiso. No era lo que ella soñaba para mí”, confiesa. Sin embargo, cuando cumplió los 18 años, tomó la decisión de marcharse a Salamanca y empezar a construir su camino.

 

 


El primer pase: una becerra y un sueño

Su primera experiencia toreando fue en una capea. “Echaron una becerra que ya estaba toreada, en realidad era una erala. Me animaron mis amigos y di mis primeros pases. Fue una sensación única, imposible de olvidar.

 

Aquella tarde improvisada fue el inicio de una carrera que, aunque todavía corta, se construye sobre esfuerzo y fe.

 

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Referentes y estilo propio

Adrián tiene muy claro de dónde bebe su inspiración:

 

“Siempre he sido de José Tomás. Su entrega y su verdad me inspiran.”

 

También sigue con atención a toreros como Roca Rey, Sebastián Castella o Juan Ortega, de quienes admira la elegancia y la pureza. “Cada uno tiene algo que enseñar. Yo intento aprender de todos, pero sin dejar de buscar mi propio estilo.”

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Entrenamiento diario y disciplina absoluta

Su rutina en Salamanca es exigente: madruga para correr o andar, después entrena con el capote y la muleta, y por la tarde repite la sesión física con el llamado toro de salón.

 

La disciplina y el conocimiento son la clave del éxito. Una tarde puede salir bien o mal, pero lo importante es haber hecho los deberes antes.”

 

Esa constancia, dice, es la que marca la diferencia entre los que lo intentan y los que llegan.


 

 

Mayorga, la tarde que no olvidará

 

Hasta el momento, ha toreado seis veces en público entre novilladas y festivales. Pero si hay una tarde que recuerda con especial emoción, esa es la de Mayorga de Campos (Valladolid), el pasado 29 de septiembre.

 

“Fue mi única novillada de la temporada. Venía muy preparado y todo salió perfecto. Di una vuelta al ruedo con un niño que había estado viéndome entrenar y le di la oreja que corté. Ver su cara de felicidad fue lo más bonito de la tarde.”

 

 

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“No tengo miedo, solo respeto”

 

Adrián habla con serenidad sobre los riesgos de su profesión:

 

“Miedo no tengo. Respeto sí, porque el toro te puede quitar la vida. Pero el miedo no cabe en esto.”

 

Define su concepto del toreo con una palabra que repite como mantra: entrega.

 

“La entrega no se negocia. Quien paga una entrada merece ver a alguien que lo da todo.”


 

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Rituales y supersticiones

 

No se considera maniático, pero antes de cada paseíllo sigue un pequeño ritual:
“Entro con el pie derecho, me santiguo cuatro veces —mi número de la suerte— y hago la señal de la cruz. Me da calma y concentración.”

 


 

 

Sueños y metas a corto plazo

 

Su objetivo más inmediato es claro: torear más. “Quiero tener más oportunidades y demostrar lo que valgo. No hablo de cifras, sino de ilusión.”

 

Sobre el futuro del toreo, se muestra optimista:

“Las plazas siguen llenas. No hay menos aficionados, hay más gente que critica sin conocer. Hay que explicar nuestra cultura, no esconderla.”

 

También defiende que sin las corridas, el toro bravo desaparecería: “Es un animal criado para la lidia. No tendría sentido sin ella.”


 

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Benavente, su punto de partida y su meta

 

A pesar de vivir en Salamanca, Adrián se siente profundamente ligado a su tierra. “Se está cuidando mucho la tradición del toro enmaromado, y eso me parece maravilloso. Hay que luchar por mantener lo nuestro.”

 

Cuando se le pregunta si le gustaría torear en Benavente, no duda:

 

“Sería un sueño. Creo que el público respondería. Aquí hay mucha afición y me encantaría presentarme ante mi gente.”


 

 

 

 

Adrián sabe que el camino hacia el éxito en los ruedos es largo y lleno de incertidumbre, pero confía en que la ilusión y el trabajo constante acabarán por abrirle las puertas de su sueño.

 

Para Adrián, el toreo es mucho más que una profesión: una forma de vida que le da sentido a su esfuerzo diario.

 

 

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