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Sentirse cómodo en casa es un requisito fundamental para poder llamar a un inmueble, hogar. Estar a gusto va más allá de tener un sofá bonito y cómodo o un cuadro bien colocado, se trata más bien de alcanzar un equilibrio que convierta un espacio acogedor en algo práctico y, al mismo tiempo, que guste observarlo. El reto está en juntar estilo y funcionalidad sin que una cosa pese más que la otra. No siempre es sencillo, pero con algunos trucos se puede conseguir que el salón y los dormitorios respiren armonía.
Lo primero es ser honestos con las rutinas personales. Hay familias que pasan la mayor parte del tiempo en el salón, otras que prefieren aprovechar cada rincón de los dormitorios. Pensar en cómo se van a usar los espacios es importante para tomar las mejores decisiones. La decoración no es un catálogo perfecto, es la forma de adaptar la casa a lo que somos y necesitamos. Si nos gusta leer, convendrá pensar en un buen sillón con luz adecuada. Si el salón se convierte en zona de juegos infantiles, habrá que priorizar muebles resistentes y seguros.
En una cocina pequeña, por ejemplo, una puerta corredera cristal se convierte en aliada. Es un objeto práctico que libera metros cuadrados, y precisamente ahora, los diseños están pensados para que encajen con estilos modernos o clásicos sin romper la estética. Es la típica solución que resuelve un problema práctico y, al mismo tiempo, mantiene el equilibrio visual.
Por otro lado, se debe ser consciente de que lo funcional no tiene por qué ser aburrido. Un escritorio con estanterías incorporadas, una mesa de centro que se levanta para convertirse en comedor improvisado o un cabecero con espacio de almacenamiento son ejemplos de cómo sumar utilidad sin renunciar al diseño. Este tipo de muebles facilitan la vida cotidiana ampliando el espacio vital, algo que muchas veces se valora más que cualquier detalle estético.
La importancia de la armonía en la decoración
Cuando se habla de armonía, se piensa en combinar al milímetro, pero lo importante es que haya un “hilo conductor” que dé coherencia al lugar. Colores, materiales y luz son las tres patas que sostienen un ambiente equilibrado. Si elegimos tonos suaves en las paredes, podemos jugar con cojines o cuadros más atrevidos, siempre dentro de una misma gama. La madera y los tejidos naturales, además, aportan calidez sin recargar.
El mueble estrella del salón, como el escritorio esquinero, merece una mención aparte. Es práctico porque aprovecha esquinas que a veces quedan muertas, y al mismo tiempo da esa sensación de espacio acogedor que invita a sentarse juntos. En familias grandes o en casas donde el salón es el punto de encuentro, es una apuesta segura. En la actualidad, existen modelos que aguantan el trote diario sin perder estilo, con tapizados fáciles de limpiar, estructuras a base de módulos y con la posibilidad de añadir almacenaje extra, convirtiendo este mueble en un objeto versátil, hermoso y duradero.
Por otro lado, hay que darle la importancia que tiene a la iluminación, capaz de cambiar por completo la percepción de un espacio. Una luz cálida en el dormitorio relaja, mientras que en el salón conviene mezclar lámparas de techo con otras de pie, de mesa e incluso concentrar luces para iluminar algo concreto y crear diferentes ambientes. Es uno de esos detalles que parecen pequeños, pero ponen la nota de distinción. A veces basta con sustituir una bombilla demasiado fría por una más cálida para transformar por completo el ambiente.
También los complementos tienen su papel. Cojines, alfombras o cortinas son piezas que se pueden ir cambiando sin gran esfuerzo y que actualizan la decoración al instante. Son los detalles los que dan personalidad y carácter a la casa y hacen que deje de ser un espacio genérico para convertirse en un reflejo de quienes la habitan. Invertir en textiles de calidad y jugar con combinaciones estacionales (más frescas en verano, más cálidas en invierno) es un truco sencillo que funciona siempre.
Otro aspecto a tener en cuenta es el orden. Un salón con pilas de cosas desordenadas o un dormitorio abarrotado pierde encanto por muy bonitos que sean los muebles. Apostar por soluciones de almacenamiento ocultas, como camas con cajones o estanterías modulares, ayuda a que todo fluya mejor. Una habitación ordenada transmite paz, y eso también es parte del estilo.
Además, conviene recordar que menos, a veces, es más. Llenar un espacio de muebles grandes puede dar sensación de agobio, mientras que dejar rincones despejados permite que la luz y la amplitud ganen protagonismo. La decoración debe dar aire, no restarlo.
La mejor noticia es que no hace falta un gran presupuesto ni un manual de diseño para lograrlo. Basta con observar, planear y elegir con cabeza. La casa perfecta no es la más bonita de la revista, sino aquella en la que nos sentimos bien cada vez que cruzamos la puerta. Y ese, al final, es el verdadero triunfo de combinar estilo y funcionalidad.


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