Agosto arrancó fuerte en Castilla y León. Trece incendios en apenas una semana, más de 5.000 hectáreas arrasadas solo en el de la Carballeda desde este domingo y la sensación de que estamos viviendo, otra vez, la película de siempre… con el mismo guión, los mismos protagonistas y, por supuesto, el mismo final. Pueblos evacuados, bomberos y equipos de extinción de día y de noche dando todo lo que tienen y esto no cambia año tras año.
En Zamora sabemos bien cómo acaba esta historia: la Culebra, Losacio, Pino del Oro, Fermoselle… y ahora la Carballeda y de nuevo parte de Aliste. Tres años después de aquella tragedia de 2022 que redujo a cenizas más de 60.000 hectáreas, y se llevó la vida de cuatro personas, seguimos con el manual de respuestas de emergencia y el calendario de memoria corta. El discurso es “todos contra el fuego”, pero la acción muchas veces parece “todos contra el sentido común”. Y maldigo a los pirómanos que son los terroristas más cobardes que existen porque se esconden y nunca dan la cara.
Apagar en invierno, prevenir todo el año
Los incendios, dicen los que saben, se apagan en invierno tanto los fuegos de antes, como los llamados de última generación. Pero eso requiere planificación, prevención, política forestal coherente y algo tan sencillo como dejar que los animales hagan su trabajo de desbroce natural. También requiere escuchar a la gente del campo y aprovechar los recursos del monte, no abandonarlo hasta que se convierte en una mecha de kilómetros. Desbroce y trabajo de campo eso falta y mucho debido a la despoblación que sufren provincias como las de Castilla y León y en especial Zamora la última para casi todo.
Pero claro, eso no queda tan bien en una rueda de prensa como anunciar compensaciones económicas… compensaciones que, como en la Culebra, acaban en el terreno resbaladizo de la especulación, la arbórea y a veces la que no llega. Porque no, señor consejero, y señores de la JCYL, las hectáreas calcinadas no se recuperan con un cheque.
Cambiar el discurso… y a quien lo da
El discurso oficial no varía: se enumeran medios, efectivos, siglas y cifras con precisión quirúrgica. Ayer mismo, el delegado de la Junta en Zamora, Fernando Prada, describía con detalle el despliegue: 10 medios aéreos, 80 personas de la Junta, 82 de la UME, 12 cuadrillas terrestres, autobombas, bulldozers… un auténtico ejército.
Pero la letra pequeña la pone una lectora de Zamora News: “Llamamos a las 14:27, se veían dos focos separados desde La Milla. Los técnicos decían que no tenían medios porque estaban en Salamanca. Solo un helicóptero, hasta por lo menos las 16:30. En ese tiempo, todo ese monte seco ardió como cerillas con ayuda del viento.”
Y ahí está la incoherencia: en papel, el operativo es impecable; en la realidad, las llamas corren más rápido que la maquinaria administrativa. Y los pobres brigadistas como de costumbre sumidos en su precariedad laboral, gente que se la juega en un helicóptero, en un golpe de calor, en el monte tras un cambio de viento...Y quizá sean muchos los amigos bomberos, brigadistas, Guardias Civiles, militares en la UME, Voluntarios de Cruz Roja y Protección Civil, pero lo que está claro es que ellos son a los que preferimos los ciudadanos de a pie, ellos son los que están cuando los necesitamos, de los políticos mejor no hablar...
Sigue leyendo el artículo en ZamoraNews.com
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.116