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Hogar

¿Puedo instalar una pérgola en mi terraza privada comunitaria?

Redacción Jueves, 24 de Julio de 2025 Tiempo de lectura:

Las pérgolas son, sin duda, una de esas estructuras que transforman por completo el uso de una terraza. No solo permiten disfrutar del verano con más comodidad y sombra, sino que también actúan como protección frente al viento o la lluvia ligera cuando llega el frío, alargando la vida útil de estos espacios al aire libre durante buena parte del año

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Ahora bien, cuando se convive en un edificio con otros propietarios, la decisión no depende solo del buen gusto o de las ganas de aprovechar el espacio, entran en juego aspectos legales y técnicos que no siempre son evidentes.

 

Tener una terraza de uso exclusivo no significa tener libertad absoluta sobre ella. Aunque solo tú la utilices, legalmente sigue siendo un elemento común de uso privativo, lo que impone ciertas limitaciones, especialmente si se pretende modificar su aspecto o estructura. Y ahí es donde surge la gran pregunta:
¿Hasta dónde llega mi libertad para decidir sobre este espacio que disfruto como propio?

 

 

El derecho a disfrutar no es el derecho a transformar

 

Según el artículo 396 del Código Civil, elementos como terrazas, patios o azoteas forman parte de la estructura común del edificio, aunque su uso esté reservado a un vecino. Esto significa que cualquier cambio que altere su configuración exterior, como colocar una pérgola, está sujeto a la aprobación de la comunidad. Y en algunos casos, también del Ayuntamiento.

 

La Ley de Propiedad Horizontal lo deja claro, las modificaciones que afecten a la estética o estructura del edificio necesitan consentimiento vecinal. Si no lo tienes, te arriesgas a que te exijan desmontarlo… y pagar una sanción.

 

Este tipo de situaciones pone sobre la mesa una reflexión más amplia, ¿Hasta qué punto podemos personalizar los espacios que habitamos sin romper el equilibrio comunitario? La estética del edificio, el valor de la propiedad o incluso la convivencia pueden verse afectadas por decisiones individuales.

 

 

¿Y si quiero hacerlo bien?

 

El camino legal no es complicado, pero requiere seguir unos pasos. Lo primero es revisar los Estatutos de la comunidad: en algunos casos ya hay directrices sobre toldos, pérgolas o cerramientos. Si no hay nada previsto, hay que pedir permiso por escrito al presidente, que convocará una Junta de Propietarios para votar la solicitud.

 

No hace falta unanimidad, basta con las tres quintas partes de los votos que representen ese mismo porcentaje de participación en la comunidad. Y si no hay respuesta de algunos vecinos en 30 días, su voto cuenta como favorable.

 

Además, si tu municipio lo exige, tendrás que tramitar un permiso de obra menor. Y por supuesto, te conviene dejar por escrito el modelo, color y sistema de fijación que vas a instalar, para evitar malentendidos y reforzar tu posición en caso de conflicto.

 

 

Más allá de los requisitos legales

 

El debate no es solo jurídico. Lo que empieza como una mejora en tu espacio privado, puede acabar afectando al conjunto de la comunidad. Una pérgola mal anclada no solo puede romper la estética de la fachada comunitaria, puede volarse con el viento o provocar filtraciones si no se instala correctamente, especialmente en terrazas situadas sobre otras viviendas. Y lo que parece un detalle sin importancia puede escalar hasta convertirse en una demanda.

 

Más allá de los permisos, surgen dudas técnicas muy reales, ¿Cómo se fija una pérgola si hay riesgo de perforar una cubierta? ¿Qué opciones existen cuando no se puede taladrar el suelo? Desde Hortum, especialistas en este tipo de estructuras, explican que muchas de las consultas que reciben giran precisamente en torno a estas preocupaciones, “No todas las terrazas permiten taladrar el suelo sin consecuencias. En áticos o viviendas con forjado bajo la terraza, hay que estudiar bien cómo se va a fijar la estructura para evitar filtraciones o problemas con la impermeabilización”, advierten desde su equipo técnico. “En estos casos, recomendamos sistemas alternativos de sujeción, como el uso de bases metálicas en losas pesadas o maceteros anclados con grava o cemento. También se puede adosar la pérgola a una pared o barandilla para mayor estabilidad sin dañar el pavimento”.

 

La clave está en elegir la fijación adecuada al tipo de superficie. Bases metálicas de tres caras para suelos estables, tacos químicos si se decide perforar, o soportes pesados si se quiere evitar dañar el suelo. Porque si bien el diseño es importante, una pérgola mal instalada puede convertirse en un verdadero riesgo en días de viento.


La terraza puede ser tu oasis personal, pero no es un reino independiente. En un edificio compartido, hasta el sol se disfruta en comunidad. Y eso, aunque a veces cueste asumirlo, también forma parte de vivir en sociedad.

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