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El diseño minimalista ha ganado popularidad recientemente por su capacidad de generar ambientes que destacan por ser despejados, funcionales y sofisticados. Una de las formas más efectivas para introducir este estilo en las casas es mediante la inclusión de obras de arte, concretamente cuadros pictóricos. Estas composiciones, que resaltan por su elegancia y sencillez, tienen la capacidad de transformar completamente un espacio sin que exista saturación visual o sobrecarga de elementos decorativos.
El hecho de utilizar arte minimalista en la decoración no significa renunciar al arte o a la individualidad. En la elección de las obras, como se pueden encontrar en cuadrosylaminas.es, cada pieza puede ejercer una influencia considerable en el entorno. La clave radica en encontrar un balance equilibrado entre estética, utilidad y expresión personal. Al fin y al cabo, es una forma de alcanzar el concepto fundamental del minimalismo: menos es más.
Cuadros con una paleta de colores neutros
Los cuadros de estilo minimalista se basan, fundamentalmente, en una gama de colores bastante limitada y neutra. Normalmente, predominan el blanco, negro, gris, beige o marrón. Estas tonalidades ayudan a establecer un clima tranquilo y agradable en el hogar, con el fin de generar buenas sensaciones y, sobre todo, facilitar la combinación con los colores que se encuentran en las paredes, muebles y tejidos. Por ejemplo, una obra en blanco y negro puede añadir un impacto visual considerable sin alterar la armonía de los colores en el ambiente.
Esto no implica que no se pueda introducir un toque de color. Una pieza minimalista con un único acento de color, como puede ser un cuadro compuesto por una línea roja sobre un fondo blanco o un cuadro naranja sobre un fondo oscuro, puede transformarse en un punto focal muy notable. La diferencia entre la sobriedad del diseño y la vivacidad del color hace que, precisamente, se dirija la atención hacia la obra. En otras palabras, resalta sin romper con la estética general del espacio.
La calidad frente a la cantidad: criterio fundamental
Uno de los errores más frecuentes al adornar con obras de arte es saturar las paredes con demasiados cuadros. La filosofía minimalista considera que, básicamente, debemos ser selectivos y escoger las obras que más nos puedan interesar. Es mejor seleccionar un número reducido de cuadros y asegurarnos que cada uno tiene una función y algo que ofrecer estéticamente, siempre y cuando apliquemos una colocación cuidadosa. Una sola obra grande puede generar, incluso, un efecto visual mucho más contundente que colapsar las paredes con muchos cuadros.
Además, es importante añadir que el simple hecho de mantener espacios vacíos alrededor de las obras resalta cada una de ellas. Esto no solo respeta la idea del vacío como un recurso estético, sino que también se crea un espacio agradable donde nos podemos fijar en la obra detenidamente y apreciarla sin distracciones. En un hogar donde se aplica la filosofía minimalista, cada cuadro debería sentirse como una parte clave de la estructura y no solo como un elemento adicional que llene de cuadros cada pared.
La ubicación estratégica de las obras
La disposición de las obras en nuestro hogar cumple una función elemental, ya que es importante considerar el funcionamiento y la apariencia de cada estancia, cómo se van a colocar las obras y qué estética queremos mostrar. Por ejemplo, en la sala de estar o el salón, podemos situar una obra de arte directamente sobre el sofá para que, así, se pueda contribuir a lograr un balance entre los muebles. En el comedor, situar un cuadro encima de la mesa central puede agregar un toque de sofisticación sin ser demasiado ostentosa. La idea es que se genere un buen ambiente y le otorguemos a la obra cierta importancia por su colocación mientras decora.
En espacios como el pasillo o la entrada, zonas de tránsito muy básicas, es preferible optar por composiciones más verticales o alineadas que dirijan la atención. Hay que tener en cuenta que lo ideal es que las obras se integren en el diseño de la habitación, con el objetivo de narrar una historia visual en lugar de competir con otros elementos decorativos. En general, la situación de las obras de arte hace que, precisamente, se genere un clima agradable del que podemos disfrutar gracias a los colores y las composiciones.
Jugar con los formatos y las orientaciones
Por norma general, solemos colocar los cuadros con cierta simetría. El minimalismo casa muy bien con esta idea, pero también abre la puerta a la innovación. Se puede probar con diversos estilos, ya sean cuadrados, rectángulos, en posición vertical u horizontal, siempre y cuando se preserve una armonía en el diseño general de la estancia. Un ejemplo puede ser el siguiente: una pared con tres marcos dispuestos en línea horizontal puede resultar un proceso sofisticado que, precisamente, enriquece la imagen de la estancia.
La disposición de las obras puede servir como un medio eficaz para dirigir la atención dentro del espacio. Por ejemplo, una pieza vertical al final de un pasillo invita a que nos acerquemos y deseemos contemplar esa parte de la casa; de hecho, nos hace pensar que puede haber algo más junto a la obra de arte y que puede haber alguna otra estancia con más cuadros. En el caso de que se sitúe de forma horizontal sobre un mueble extenso, se refuerza la dirección visual del mobiliario. Lo esencial es experimentar con intencionalidad, evitando colocaciones que sean al azar o forzadas.
El minimalismo y la identidad personal
Aunque el minimalismo se fundamenta en la simplicidad, eso no implica que deba ser desprovisto de calidez o carácter. Los cuadros deberían manifestar quiénes somos y cuál es nuestra personalidad. Una obra abstracta, una imagen en blanco y negro o una pieza de arte geométrico pueden ser representaciones descriptivas de nuestra personalidad.
Hay que tener presente que un cuadro actúa como ornamento, pero también tiene la capacidad de transmitir un mensaje. En un ambiente minimalista, donde cada elemento tiene una función definida, las obras se transforman en centros de atención que reflejan tu estilo y carácter personal del inquilino.
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