El Club de Lectura de Villafáfila disfruta de una jornada literaria y patrimonial en Zamora

La jornada comenzó con un apasionante viaje por la historia de la ciudad guiado por Beatriz Barrio, arquitecta y experta en patrimonio con raíces villafafileñas. Desde la Playa de los Pelambres hasta los monumentos más emblemáticos como la Catedral, el Castillo y el Puente de los Poetas, los participantes descubrieron los secretos mejor guardados de la capital, acompañados por las explicaciones llenas de conocimiento y pasión de Barrio, que supo transmitir la esencia de cada rincón.

Tras esta inmersión en el patrimonio zamorano, el grupo se trasladó a la acogedora librería Robespierre en Pozoantiguo, donde Roberto y Pilar recibieron a los lectores con su habitual calidez. Este pequeño establecimiento especializado en libros de segunda mano, antiguos y descatalogados se ha convertido en un símbolo de resistencia cultural frente a la despoblación rural. Allí, los miembros del club compartieron sus impresiones sobre El alma de las piedras de Paloma Sánchez-Garnica, una obra que cobró especial significado después de haber recorrido los lugares que inspiraron su trama.

La conexión entre la visita matutina y la lectura del mes resultó perfecta, permitiendo a los participantes apreciar cómo la literatura puede dar vida al patrimonio histórico. Beatriz Barrio destacó cómo esta experiencia demostraba que "las piedras y los libros cuentan la misma historia, solo que en diferentes lenguajes". Los organizadores agradecieron a todos los que hicieron posible esta jornada tan especial, que no solo enriqueció el conocimiento literario de los asistentes, sino que también reforzó los lazos entre la comunidad lectora y el patrimonio cultural de la provincia.

Esta actividad del Club de Lectura de Villafáfila demostró una vez más cómo la pasión por los libros puede trascender las páginas para convertirse en experiencias vitales que unen personas, historias y territorios. Desde el patrimonio monumental de Zamora hasta el tesoro literario que guarda una pequeña librería rural, la jornada dejó claro que cultura y comunidad son dos caras de una misma moneda.