A veces, las cosas se rompen cuando menos lo esperas, y el partido contra el Getafe parecía uno más en el calendario del Real Madrid, hasta que Eduardo Camavinga cayó al suelo tras un encontronazo con Luis Milla, y entonces, el silencio fue más revelador que cualquier grito. Entró en el segundo tiempo para sustituir a Alaba, pero no pudo terminarlo, y al final, el Madrid se quedó con diez sobre el césped.
Una lesión sin margen de maniobra
No se trata de una dolencia leve ni de esas que se curan con reposo y sesiones de fisioterapia. En esta ocasión, hablamos de una rotura completa del tendón del aductor izquierdo. La palabra “rotura” ya duele con solo leerla, pero si le sumas el contexto, la carga de partidos y lo que se viene en el calendario, entonces sí, se convierte en una verdadera catástrofe para el equipo y, sobre todo, para el propio Camavinga.
Un historial que empieza a pesar
Claro, esto no es un caso aislado, porque esta lesión es ya la cuarta del francés en lo que llevamos de curso, y todas en la misma pierna. Primero fue la rodilla, justo antes de arrancar la Liga, luego el bíceps femoral en Champions contra el Liverpool, más tarde una recaída en la Copa del Rey ante el Celta, y ahora esta rotura del tendón del aductor. Su cuerpo ha ido acumulando desgaste, y aunque su entrega es indiscutible, está claro que algo no ha terminado de funcionar bien a nivel físico.
Adiós al Mundial de Clubes… y mucho más
Pero lo más doloroso no es solo lo que se pierde ahora, que ya de por sí es muchísimo. Camavinga no estará en la final de la Copa del Rey ante el Barcelona, ni podrá ayudar en la lucha final por la Liga, donde las casas de apuestas todavía dan un margen al Madrid para pelear el título. Tampoco viajará con el equipo al Mundial de Clubes, esa cita internacional donde el Madrid siempre quiere brillar, ni podrá acompañar a la selección francesa en la Final Four de la Liga de Naciones. La lista de ausencias es larga y cada una de ellas supone un golpe emocional más.
¿Y ahora qué?
El parte médico del club ha sido escueto, como suele ser habitual, apenas se limita a decir que queda “pendiente de evolución”, pero ya sabemos que este tipo de lesiones suelen necesitar, como mínimo, tres meses de reposo. Eso significa que, salvo milagro, no volveremos a ver a Camavinga en un terreno de juego hasta bien entrado el verano, cuando probablemente ya estemos hablando de pretemporada.
El vacío que deja
Y aunque el Madrid tiene plantilla para competir, lo cierto es que Camavinga aportaba algo más que despliegue físico o recuperación de balón, tenía esa capacidad de cambiar el ritmo, de aparecer donde no se le esperaba, de ofrecerse una y otra vez sin que le pesaran las piernas.
Un reto colectivo… y personal
La recta final de la temporada llega sin margen de error, y sin Camavinga. El equipo deberá mantener el nivel que le otorgan las bet deportivas, pese a la baja de un jugador clave. Y Camavinga, por su parte, tiene por delante un desafío diferente pero igual de duro: recuperarse, superar cada etapa de la rehabilitación y volver más fuerte. Es un test de carácter, dentro y fuera del césped.
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