Día Viernes, 03 de Octubre de 2025
Ayer miércoles, el pueblo de Villafáfila y sus emblemáticas lagunas fueron testigos de la Primera Jornada Literaria organizada por el Club de Lectura de Villafáfila con motivo del Día del Libro
A las 11 de la mañana, los anfitriones del Club de Lectura, a través de Javier Martín, dieron la bienvenida a los escritores zamoranos y vallisoletanos invitados, así como a todos los amantes de la lectura que se acercaron hasta esta localidad de Tierra de Campos para celebrar un día tan especial para el mundo de las letras. Un buen desayuno sirvió como punto de partida para intercambiar saludos, recordar encuentros pasados —recientes o lejanos— y, por supuesto, disfrutar del regalo de una jornada plenamente primaveral.
Durante la mañana, en el salón del Consistorio de Villafáfila, los distintos escritores invitados presentaron sus obras. El primero en inaugurar esta cita con la literatura fue Benito Pascual con su obra Ver lo invisible. Le siguieron Lo que funda el silencio de Luis Ramos, y al mediodía, Ácratas y revolucionarios por Zamora de Carlos Coca. António Monterrubio presentó La primavera y el titán, mientras que Tomás Prieto y Pablo Trillo cerraron la jornada matutina con Relatos de la vida y De tal palo, tal Castilla, un título muy sugerente para este día en el que también celebramos el Día de Castilla y León.
A las 14:30 h, los miembros del Club de Lectura y los escritores invitados compartieron una comida de confraternización donde no faltaron las tertulias, el intercambio de ideas y la satisfacción por haber elegido a Villafáfila como sede del acto más significativo del Día del Libro en la provincia.
Por la tarde, a las 16:00 h, se reanudaron las presentaciones con la intervención de Alberto Hernández y su libro Leyendas de Zamora, una recopilación de relatos de distintas comarcas de nuestra provincia que, como nos adelantó el autor, tendrá una continuación. Le siguió Manuel Álvarez con Las mariposas de una España invisible, y Concha Pelayo o con Huerto de San Vicente y Condena. Posteriormente, Gustavo Tobal presentó Donde ululan los búhos, y a continuación intervino Nieves Muñoz, con Cantigas de Sangre. Fueron Marcelo Alcalá y Anabel Llamas quienes cerraron esta intensa y emocionante jornada literaria con Adolescencia eterna y Aprendí, respectivamente.
Al final de cada turno, tanto de mañana como de tarde, los escritores pudieron atender a sus lectores firmando ejemplares y charlando con ellos. El Club de Lectura también tuvo un bonito detalle con los autores, entregándoles unos obsequios como muestra de agradecimiento por su participación en este encuentro celebrado en un pueblo que da nombre a un espacio natural único como son las Lagunas de Villafáfila.
Tanto escritores como lectores y miembros del Club coincidieron en algo muy claro: hay ganas de repetir. Porque jornadas como esta reivindican el valor de la lectura, el encuentro entre autores y lectores, y, sobre todo, el papel de nuestros pueblos como centros vivos de cultura y creatividad.
A quienes desde la palabra y la cercanía han hecho del mundo un lugar mejor"
Queríamos empezar la publicación sobre la I Jornada Literaria de Villafáfila con esta dedicatoria que se encuentra en la obra "Lo que funda el silencio" de Luis Ramos porque nos parece que recoge muy bien la esencia de lo vivido ayer. Hay muchos "Relatos de la vida" que no pueden expresarse con palabras, aunque quizá Tomás Prieto sí podría interpretarlos con el sentimiento requerido.
El de ayer fue un encuentro plagado de emoción, reflexión, cariño, música, poesía y admiración.
Benito Pascual arrancaba la jornada invitándonos a mirar con otros ojos lo circundante, a reconocer la pequeñez, a "Ver lo invisible", regalándonos parte de su delicadeza para contemplar los aspectos visibles e invisibles de la vida. Marcelo Alcalá, en esta misma línea, nos animaba casi finalizando la jornada, a vivir en una "Adolescencia eterna", considerando que esa ilusión y ese sentir propios de la etapa han de perdurar durante toda nuestra existencia. En este sentido, Ana Llamas, nos emocionó con su resiliencia y alegría que impregnan "Aprendí", su novela autobiográfica, y, sobre todo, su vida. Y sobre la vida reflexionamos con Antonio Monterrubio y “La primavera y el titán”. En su obra, Prometeo, el titán, es el guía simbólico, para defender la "primavera", entendida como metáfora de todo lo valioso de la condición humana: la bondad, la belleza, la alegría, la libertad y la vida.
Pudimos descubrir "Los colores del alma" y “Las mariposas de una España invisible” gracias a Manuel Álvarez con sus metáforas y Gustavo Tobal con su música y sus poemas. Ambos nos hicieron reflexionar sobre el paso del tiempo, el mundo rural, nuestras tradiciones, nuestro arraigo. Estrechamente vinculado, Alberto Hernández compartió con nosotros diversas "Leyendas de Zamora" y algunas historias personales que se encuentran detrás de ellas. Demostró, una vez más, que el ser humano necesita creer y que, cuando eso es así, suceden cosas, a veces mágicas.
La tradición oral se encarga de transmitir ese legado de generación en generación, pero a veces resulta complicado desentrañar qué es Historia y qué es ficción en una leyenda. Ayer nos trasladamos a Semura con Nieves Muñoz para descubrir "Cantigas de sangre", una obra en la que se entremezcla historia, leyenda y, por supuesto, la imaginación y creatividad propia del escritor que caracteriza a toda novela.
Concha Pelayo puso en valor y reivindicó el papel de la mujer rural con su inmenso bagaje como escritora. Necesitamos volver al "Huerto de San Vicente" para verla dialogar con los poemas del Romancero gitano de Lorca. Carlos Coca nos acercó la historia social y cultural de la provincia con su obra "Ácratas y revolucionarios por Zamora" dejando en nosotros un importantísimo aprendizaje: la importancia de la colectividad. Asimismo, Pablo Trillo compartió con nosotros el valor de la amistad, como refleja de forma sublime en "De tal Palo, tal Castilla".
También nos acompañaron virtualmente Mikel Santiago, Ana Lena, David Lozano y nuestra queridísima y siempre acertada Dita de la Iglesia.
Desde el Club de Lectura de Villafáfila pensamos que el acto de ayer fue un auténtico elogio de la lectura, de los escritores y escritoras, también de la música, de la colectividad, de la historia, del mundo rural, de la filosofía, de la tradición, de lo simple. Pudimos palpar, como diría nuestro amigo Tomás Sánchez Santiago, "La belleza de lo pequeño”. Hoy, más que nunca, es necesario tener presente que “Solo la voz de Prometeo y su acción resuelta pueden salvar la primavera”.
Muchísimas gracias a todos, escritores y lectores, por compartir vuestra sabiduría y celebrar el Día del Libro con nosotros. Ojalá nos encontremos pronto "Donde ululan los búhos".
Lydia García Gómez.
Fotos:Luis Javier Martín
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.107