Del Martes, 16 de Septiembre de 2025 al Lunes, 22 de Septiembre de 2025
Hoy, el pueblo de Arcos de la Polvorosa honra a uno de sus vecinos más queridos Mateo Rodríguez Robles, el "señor Mateo" le llaman como señal de un respeto ganado a través de los años, quien celebra su 105 cumpleaños rodeado de su familia
Nacido el 9 de abril de 1920, Mateo ha sido testigo de más de un siglo de historia, arraigado siempre a su tierra y a sus raíces agrícolas y ganaderas.
Mateo, hombre de campo hasta la médula, dedicó su vida al cultivo de la tierra y, en sus últimos años lo compaginó con el cuidado del ganado. Sus cuatro hijos —Rafael, Irene, Patricio y Félix—, junto con sus 9 nietos y 4 biznietos llenan su árbol genealógico y disfrutan con ilusión de la longevidad del abuelo.
Aunque el tiempo ha mermado su movilidad y su oído, su memoria sigue siendo prodigiosa. Hasta hace poco, deleitaba a familiares y vecinos con sus "batallitas", como una de la Guerra Civil, protagonizada por aquella perra que tenían en casa, que salió acompañando a sus dos hermanos cuando iban al campo. Él volvia de permiso, la perra se escapó de sus hermanos y lo encontró perdido en el monte de Milles, guiándolo de vuelta a casa. "La perra se subió a mí y me llevó para casa", recuerda con una sonrisa. De la guerra dice que su recuerdo es "comer, dormir y a la espera".
Preguntado por el secreto de sus 105 años, Mateo responde con sencillez: "Vivirlos". Entre sus momentos de juventud recuerda cuando cortejaba a su novia Juanita, "cada noche a la puerta de su casa", y más tarde, su matrimonio con Felipa, la madre de sus hijos, que falleció a los 99 años.
Gran aficionado a la lectura, devoraba libros como Los Pilares de la Tierra y La Catedral del Mar, que dice compraba en sus viajes a Benavente los jueves, día en que también aprovechaba para "jugar la partida en el Nacional". Ahora, las dificultades para ver y oír le impiden disfrutar de la lectura, también de la televisión o las cartas, al igual que crucigramas y sopas de letras, que también han sido su entrenenimiento, pero su familia asegura que conserva su buen humor, aquel que lo llevaba a contar chistes y anécdotas con maestría. La comida tampoco es ya para él una gran pasión como lo era, aunque no renuncia a unos huevos fritos con patatas.
La celebración, íntima y emotiva, ha estado marcada por el cariño de sus seres queridos y el reconocimiento de una vida hecha de esfuerzo, amor y resiliencia. Los hijos presentes, Irene y Patricio, entre risas y algún nudo en la garganta, comparten cómo Mateo sigue siendo el pilar de la familia, incluso cuando las palabras ya no fluyen como antes.
Hoy, Arcos de la Polvorosa no solo festeja un cumpleaños: celebra la historia viva de un hombre querido por el pueblo que ha visto pasar el tiempo sin perder nunca su esencia. Como él mismo diría: "Lo importante es vivirlo". Y vaya si lo ha hecho.
Feliz cumpleaños, Mateo
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