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Mascaradas

Mascaradas de Sarracín y Riofrio, diablos y personajes únicos recorren las calles de Aliste

Redacción Miércoles, 01 de Enero de 2025 Tiempo de lectura:

El 1 de enero, descendiendo hacia Sarracín de Aliste, envueltos en una cencellada típica de esta época, nos encontramos por casualidad con la primera de las mascaradas que se pueden disfrutar en esta región en Año Nuevo: los Diablos de Sarracín. La escena era tranquila, con apenas un grupo reducido de fotógrafos siguiendo a los personajes de la mascarada, probablemente porque los vecinos aún descansaban tras la noche de Fin de Año.

El primer encuentro fue con un Diablo Grande, provisto de tenazas y una careta, que posaba con paciencia ante los fotógrafos. Poco después apareció la Filandorra, con un muñeco al que llamaba “niño” y cuya procedencia atribuía al Rullón, personaje femenino de esta tradición, pero encarnado por un joven del pueblo. Desde otro punto surgieron el Ciego y el Molacillo, quienes, junto a la Madame y el Galán, animaban la jornada al son de tambores y gaitas. Los Diablos Grande y Pequeño corrían con energía, tenazas en mano, en busca de algún espectador distraído.

 

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La mascarada no se limitaba al espectáculo en las calles, sino que parte de los personajes visitaban las casas pidiendo el aguinaldo, mientras el Ciego y el Molacillo entonaban coplas picaronas. Aunque esta celebración en Sarracín a menudo queda eclipsada por la vecina mascarada de Riofrío, no deja de ser una experiencia fascinante y auténtica.

 

 

A las 11:45 partimos hacia Riofrío, justo a tiempo para presenciar la aparición de los Carochos. Dos diablos emergieron de un garaje en medio del estruendo de cencerros, humo y tenazas amenazantes, seguidos por un grupo musical. Un carro tirado por burros transportaba al Ciego, acompañado del Molacillo y la Madame, mientras el Gitano, con su burro, protagonizaba cómicas escenas intentando montar sin éxito.

 

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La comitiva llegó a la plaza principal, donde tuvo lugar una representación teatral. En ella, el carro volcó, haciendo que el Ciego cayera al suelo aparentemente inconsciente, mientras el Gitano y el Molacillo intentaban revivirlo con métodos poco convencionales. Los Carochos regresaron a escena con más humo y estruendo, y la Filandorra, como en Sarracín, esparcía ceniza sobre los espectadores desprevenidos.

 

La representación culminó con cantos populares protagonizados por la Filandorra y el Gitano, quienes rodaban por el suelo en una celebración caótica y divertida. Finalmente, el Ciego se recuperó y volvió a escena, poniendo fin a una hora y media de teatro, música y carreras en un ambiente lleno de humor absurdo y tradición.

 

La mascarada de los Carochos 2024 cerró así otra edición memorable, consolidándose como una Fiesta de Interés Turístico Regional y una original bienvenida al nuevo año.

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