Lorca vuelve al teatro benaventano con una cautivadora adaptación de “Bodas de Sangre” de Teatro de Temple
La reciente puesta en escena del clásico de Federico García Lorca, Bodas de Sangre, por el Teatro de Temple, ha sido, sin lugar a dudas, uno de los grandes aciertos de esta segunda temporada de la programación del teatro benaventano
Esta obra, cargada de pasión y fatalidad, se suma a la lista de representaciones lorquianas que el Teatro Reina Sofía ha tenido el honor de acoger.
En la memoria colectiva aún resuena la excelente interpretación de Lolita Flores como Poncia en la versión de La Casa de Bernarda Alba, dirigida por Luis Luque, en febrero de este año, así como la presentación de Versos Negros en el XXIV Certamen Nacional de Teatro Ciudad de Benavente, obra del Teatro a Claras y a Oscuras, de Valladolid, en el año 2023.
Es imposible no rendirse ante la brillantez de esta obra escrita en 1933, una tragedia que no solo refleja la España rural del siglo XX, sino que presenta temas tan universales como, el destino inexorable, el amor prohibido, la muerte y las rígidas fuerzas sociales que limitan las decisiones individuales. Creo que la sola idea de que se presentará una obra de Lorca, hizo que hubiese una concurrencia importante para ver esta actuación.
Si bien la sociedad de la época representada parece muy alejada de la nuestra, los dilemas humanos que Lorca retrató siguen estando sorprendentemente presentes en el contexto actual. La ansiedad por cumplir con las expectativas familiares o sociales y los comportamientos violentos que seguimos viendo en los medios de comunicación, guardan, por momentos, un paralelismo inquietante con los conflictos que estallan en el escenario.
Uno de los grandes méritos de esta adaptación fue, (a mi juicio), la decisión de reducir las referencias costumbristas y andaluzas, lo que permitió al público concentrarse en la universalidad de la poética lorquiana. La obra, fiel al texto original, se impregna de la fuerza simbólica que caracteriza a Lorca, donde el ritmo dramático, la fatalidad y la emoción se desbordan de forma arrolladora.
La plasticidad del diseño estético, con una cuidada iluminación, una selección musical acertada y un vestuario sobrio pero elegante, contribuyó a crear la atmósfera exacta para transmitir la visión y los significados que el autor granadino nos dejó.
En este sentido, el uso y movilidad de paneles rectangulares, sumados al diseño gráfico para ambientar los cambios de escenario, y su transparencia, fue una idea genial que otorgó al montaje una fluidez visual que se conectaba de manera natural con los diálogos y las acciones.
Las interpretaciones, en su conjunto, lograron una profundidad única en los complejos personajes creados por Lorca. El actor que interpretó al novio mostró a un joven lleno de expectativas y dudas sobre su nueva vida, mientras que la actriz que encarnó a la novia destacó por su vulnerabilidad, reflejando la contradicción entre el amor y el deber. El actor que dio vida a Leonardo transmitió con fuerza la pasión y angustia de un hombre atrapado en un amor imposible, mientras que la esposa de Leonardo, interpretada por la actriz, encarnó con gran intensidad el sufrimiento y la desesperación de una mujer consumida por los celos, atrapada entre la sospecha y la angustia de su situación.
Aunque secundario, el personaje del padre de la novia representó la autoridad y las expectativas familiares que marcan el destino de los jóvenes. La actriz que interpretó a la criada y a la Muerte aportó en este último personaje, una presencia misteriosa y simbólica, reforzada por un vestuario arriesgado, que evocaba la inevitabilidad de la tragedia.
Sin embargo, la gran actuación de la noche fue, sin temor a equivocarme la de, Irene Alquezar, quien interpretó a la madre del novio. Su actuación no solo rindió homenaje a uno de los personajes más complejos de Lorca, sino que lo personificó con una intensidad palpable que traspasó el escenario. Alquezar, con una voz profunda y envejecida, capaz de transmitir tanto autoridad como sufrimiento, dio vida a una madre ferozmente protectora, pero emocionalmente implacable.
Su voz rasgada, resonaba llena de dolor y desesperanza, como si cada palabra fuera una carga insostenible. La dureza de su rostro reflejaba esos años de lucha y resignación, mostrándonos la imagen de una mujer que ha renunciado a la ternura y vive únicamente para imponer su voluntad. En sus diálogos, la tonalidad enfática de su voz no solo transmitía el imperativo de sus palabras, sino también la desesperación contenida en su alma, un conflicto interno que consumía a su personaje hasta el último aliento. (También interpretó muy sabiamente a la simbólica luna plateada).
Y como dijo Lorca una vez. "La función del teatro es crear belleza. El aplauso llega solo." Y como era de esperarse, una vez terminada la obra, el aplauso largo y merecido, llegó.
Dicho lo dicho. Espero poder disfrutar de otras obras creadas por este teatro. Si todo lo que presentan tiene la calidad de esta última obra, aparcaré la fecha de sus próximas presentaciones para deleitarme con un teatro bien hecho, con una cocción hecha a fuego lento: rica, exquisita e intensamente deliciosa.
Ficha técnica y artística
Escrito por: Federico García Lorca.
Dirección: Carlos Martín.
Producción: María López Insausti.
Ayudante de dirección y coordinación técnica: Alfonso Plou.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.147