Día Martes, 23 de Diciembre de 2025
Cuidador es alguien que debe tener paciencia, empatía, saber adaptarse a los cambios y, sobre todo, dar mucho amor…
Cada 5 de noviembre se conmemora la importante labor que realizan los cuidadores, tanto familiares como profesionales, que dedican su tiempo y esfuerzo al cuidado de personas mayores, enfermas o con discapacidad o dependencia. Esta fecha busca sensibilizar, concienciar y destacar el papel fundamental de millones de personas que, día a día, entregan su dedicación y apoyo a quienes más lo necesitan.
El Día del Cuidador pone de relieve la importancia de valorar y apoyar a estas personas, cuyo trabajo resulta esencial para el bienestar de muchos en nuestra sociedad. Además, esta jornada invita a reflexionar sobre los desafíos a los que se enfrentan y la necesidad de más recursos y apoyo para quienes asumen esta gran responsabilidad.
En este día, publicamos el testimonio de Clara Esteban Rodríguez, una cuidadora en primera persona, que narra sus vivencias y experiencias durante cinco años al cuidado de su madre, enferma de Alzheimer.
![[Img #205459]](https://interbenavente.es/upload/images/11_2024/3410_sin-titulo-4_2024.jpg)
Testimonio de Clara Esteban Rodríguez
Los últimos cinco años de mi vida, con mi madre enferma de Alzheimer, son un recuerdo continuo y constante de cómo facilitar la vida. Una vida que se escribía según la fase de la enfermedad: al principio, decides que es fundamental “quitar” de en medio aquello que la pueda entorpecer: empiezas por las alfombras, continúas con cualquier cable y acabas poniendo luces de posición en el baño, en los pasillos y en la habitación… Avanza la enfermedad, y entonces piensas que es bueno cambiar la posición de la cama (para que, en caso de levantarse, no sea por el lado incorrecto), recolocas los muebles para tener más espacio (haciendo que otros muebles acaben en el desván)… A estas alturas, ya has cambiado la bañera por la ducha (y hasta a lo mejor tienes una silla de ruedas para baño y ducha) y cierras con llave y cadena la puerta de casa.
Entre medias, tienes días de 24 horas como norias: cada día es diferente… luego, cada hora, e incluso a cada minuto, su estado de ánimo es variable. Las conversaciones, las risas, los paseos, los ingresos hospitalarios, las noches en vela… todo ello forma parte de la vida, y sabes que no sirve de nada enfadarse. Un día se levanta feliz, descansada. Se apunta a una excursión, sube las escaleras de un castillo, y al día siguiente no quiere comer su plato favorito o te da una respuesta que te hiela la sangre… y a los cinco minutos te pide que le pintes las uñas, que la maquilles, que vayamos de visita o de paseo.
Un cuidador es mucho más que alguien que cuida de un enfermo 24 horas al día, 7 días a la semana, 365 días al año… Es alguien que decide renunciar a su vida para entregarse en cuerpo y alma a quien lo necesita. Es quien va a acompañar al enfermo a lo largo de los días y de las noches. Es quien la va a acompañar en sus visitas al médico, a la enfermera, a los especialistas. Es quien le va a asear cada mañana (quiera o no, hay que asearse). Es quien le va a hacer la comida y, llegado el momento, quien la va a alimentar (lo que le gusta, lo que le gustó, y tener planes A, B, C… Z, para que se alimente) y quien le va a dar de beber. Es quien va a lavar su ropa, la va a tender y planchar, y quien la va a vestir y a calzar. Es quien la va a sacar de paseo (sí, los días que hace mucho frío o mucho calor, la va a llevar a un centro comercial o a un supermercado, para que pasee mientras aún disponga de movilidad). Es quien va a despertarla cuando se quede dormida a media mañana o a media tarde, para que descanse por la noche (y así descanse también el cuidador). Es quien va a sacar los juegos de mesa para entretener la mente de ambas. Es quien la va a llevar de visita a casa de amigos y familiares. Es quien la va a llevar a actos culturales, a la iglesia. Es quien primero va a detectar si todo sigue igual o si hay un empeoramiento.
El cuidador, a veces, y a su paso, escucha: “pobrecita, la que le ha caído”. Nada más lejos de mi realidad. He cuidado de mi madre porque he querido. Nadie me lo impuso. Es lo que viví en mi familia, y llegado el caso, sabía que yo también lo haría. Que yo sería su cuidadora. A cambio de cuidar de mi madre, he recibido su alegría de vivir, sus caricias, sus risas, sus ganas de vivir, sus ganas de conocer sitios nuevos, su afán por jugar a las cartas y ganarme, sus recuerdos de dónde vivía quién, sus añoranzas por sus abuelos, sus padres, sus hermanos, sus sobrinos… He recibido su sabiduría, disfrutó tocando la pandereta, saliendo a tomar el fresco a la terraza con amigos, vecinos y todo aquel que quisiera una silla.
Era feliz reuniendo en casa a hermanos y sobrinos que venían a verla, siendo conscientes de su enfermedad, y todos disfrutaban de su humor, de sus observaciones, de su simpatía. Era feliz viendo fotos de niños: daba igual que fuesen sobrinos nietos o hijos de mis amigos. Su ejemplo, sus enseñanzas, no pararon ni con su enfermedad.
Un cuidador es alguien que está pendiente de un enfermo. Normalmente, todos entienden que el cuidador es mujer. Es cuidadora. Y parece que es obligación de las hijas cuidar de sus padres. No siempre el cuidador es mujer. Pero hay un día del cuidador en el calendario. Y cuidador se es todos los días, igual que eres hijo mientras vives.
Me queda su recuerdo. Y la tranquilidad de que la cuidé lo mejor que pude, que supe. No tuve techo: todo me parecía poco. Probé e hice de todo. Y sé que entendió mi despedida, su última noche, cuando abrió sus ojos, me miró y entendió: “yo te agarro”.
Aprovecho para dar las gracias a mi familia, a mis amigos, a los médicos de atención primaria, enfermeros y administrativos del Centro Médico de Villarrín. A los especialistas que la trataron en el HVC de Zamora. Sin todos y cada uno de vosotros, no habría salido adelante. Gracias por vuestro ánimo, por vuestros consejos. Gracias por no dejarme caer, por auparme cuando no sabía qué era lo mejor para ella. Gracias por vuestra compañía. “La de los ojos verdes” os quiso de verdad. Espero estar a su altura.




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