"Los amigos de ellos dos", éxito de Malena Alterio y David Lorente en el Reina Sofía reflexionando sobre la amistad y la vida en pareja

Reportajes: Angela Carrasco Domingo, 22 de Septiembre de 2024 Tiempo de lectura:

La obra "Los amigos de ellos dos”, protagonizada por Malena Alterio y David Lorente, inauguró con gran éxito la segunda mitad de la programación del Teatro Reina Sofía de este año, y no es de extrañar que lo hiciera casi colgando el cartel de "sold out"

[Img #203115]

La expectación generada por la presencia de estos dos grandes actores, se vio reflejada en la masiva asistencia. En mi caso, me ganaba la curiosidad por ver “en vivo”, a la última ganadora del Goya, en la categoría de actriz protagonista. Lo confieso.

En esta "dramedia" —un género que fusiona la comedia y el drama—, Alterio y Lorente encarnan a Liza y Nicolás, una pareja de mediana edad que ha mantenido una tradición semanal de reunirse cada jueves en un restaurante con otra pareja amiga durante los últimos doce años. Sin embargo, en esta ocasión, esos amigos no aparecen. Este aparente detalle, la ausencia de la otra pareja, se convierte en el detonante de una conversación que llevará a los protagonistas a cuestionarse no solo la relación con sus amigos, sino también la esencia misma de su vínculo como pareja.

Los diálogos ingeniosos mantienen la atención del espectador en todo momento. Las carcajadas se suceden en la sala, posiblemente podría señalar, (a parte de la conexión con las actuaciones), que el público se sintió reflejado en los problemas cotidianos que se abordan: ¿quién no ha tenido una cena de amigos que termina revelando tensiones, rivalidades o frustraciones ocultas?

Las interpretaciones de David Lorente y Malena Alterio encantan al público. Lorente da vida a un personaje volátil y lleno de inseguridades, cuya energía y comicidad resultan cautivadoras. Sus matices cómicos— construyen un personaje tan divertido como profundo. Alterio, por su parte, se muestra como la contrapartida perfecta: su actuación es orgánica, natural y fluida. Juntos, logran un equilibrio escénico notable, que no solo evidencia la química entre ambos, sino también su experiencia y talento actoral.

[Img #203116]

El diseño escénico, a cargo de Elisa Sanz, merece un apartado especial. El espacio es amplio, pero sencillo, dominado por una mesa, cuatro sillas y algunas luces verticales, que centran la atención en los actores y su discurso.

Esta austeridad escenográfica refuerza la intimidad de la obra y permite que el texto y la interpretación brillen por sí mismos. La iluminación de Pedro Yagüe, que recurre a tonalidades anaranjadas, añade una calidez emocional que se hace eco de la conversación entre los personajes, creando un ambiente acogedor y, al mismo tiempo, tenso.

El clímax de la obra llega de forma inesperada, sorprendiendo a la audiencia con un giro que genera un verdadero impacto emocional. En ese momento, las luces se apagan, dejando a la pareja y al público en un estado de inercia y reflexión, un desenlace que invita a cuestionarse sobre la amistad, la pareja y el sentido de la vida.

El aplauso final, intenso y prolongado, fue un merecido reconocimiento a una pieza que, más allá de hacer reír, confronta sobre el verdadero sentido de la vida, y deja una reflexión en el aire sobre con que amigos elegimos compartir “nuestros jueves”, mesa y existencia.

[Img #203123]