Fiesta y tradición de la Carballeda para un día perfecto en Rionegro del Puente

Allí, además de abastecerse de alimentos para el invierno, vendían animales e imploraban con devoción la protección de la Virgen de la Carballeda. Eran tiempos de arduo trabajo, donde estos encuentros comarcales representaban el único escape de una rutina marcada por una economía de subsistencia llena de dificultades.

Hoy, cincuenta años después, la necesidad comercial de la romería ha cedido lugar a una feria donde multitud de tenderetes abarrotan las calles del pueblo, ofreciendo productos que ya no son de proximidad, sino provenientes de todo el mundo. Incluso las avellanas, que antes llegaban de nuestros campos, ahora exhiben orígenes exóticos. Son los nuevos tiempos. Sin embargo, en medio de la actual crisis energética y la agenda verde que abordan todos los gobiernos, surge la esperanza de que este mercado de La Carballeda regrese a sus raíces, tal como ocurre en otras romerías, recuperando la presencia de productos frescos y elaborados de nuestra tierra, de los que Zamora puede enorgullecerse.

Lo que sí se mantiene fiel a la tradición son las pulperías. Aunque su número ha disminuido considerablemente, en parte debido a sus precios casi prohibitivos, aún se conservan dos puestos donde se puede degustar el pulpo, cocido y aderezado solo con sal, pimentón y aceite de oliva, servido en su clásica tartera de barro.

Junto al pulpo, decenas de gaiteros y tamborileros resisten el olvido que parece amenazar a estos instrumentos tradicionales, mientras las nuevas generaciones les dan la espalda. Son ellos quienes aportan la nota musical en la procesión del mediodía y en cualquier rincón del pueblo, tratando de imponerse, aunque con poco éxito, sobre el bullicio comercial. Sin embargo, parece no importarles mucho mientras me miran buscando un espacio en los medios de comunicación para su arte, que sobrevive en una era de alta tecnología y globalización musical. "A ver si me sacas en el Facebook", comentan con humor.

Este año, el buen clima ha acompañado la festividad, permitiendo que la comida campestre a orillas del río Negro reúna a muchas familias, con un fondo musical de gaitas y tamboriles, fieles también a su cita junto al río.

Otro aspecto singular de esta festividad son los actos religiosos, cuyo punto culminante tuvo lugar el sábado al atardecer con la vigilia cantada en latín, un recuerdo de esos ritos romanos ya casi olvidados. A continuación, se celebró la ofrenda floral de los distintos pueblos de La Carballeda a su patrona, un emotivo gesto que contó con la participación de mucha gente joven, señal de que la tradición sigue viva. Durante la ceremonia, que se prolongó por más de una hora, admiramos la restauración recién inaugurada de la cúpula y el túmulo de Rionegro, una bella talla barroca restaurada gracias a la aportación del Centro de Estudios Ledo del Pozo.

La solemne misa, presidida por el obispo de la diócesis de Astorga, Jesús Fernández, dio paso a la procesión alrededor de la iglesia, entre los múltiples tenderetes que, año tras año, deslucen el acto sin que a nadie parezca importarle. La procesión, encabezada una vez más por autoridades locales, provinciales y autonómicas, avanzó con paso lento al ritmo de gaiteros y tamborileros, mientras la Virgen de la Carballeda desfilaba en el centro de la comitiva, sin temor a la lluvia, como había ocurrido en años anteriores.