Del Martes, 16 de Septiembre de 2025 al Lunes, 22 de Septiembre de 2025
“Reunidos a campana tañida “ significa que los vecinos del lugar eran convocados para tratar los distintos asuntos relativos al mejor gobierno y seguridad de sus habitantes.
Otra cosa era cuando las campanas “tocaban a rebato”, entonces anunciaban peligro de invasión, incendio o cualquier otro acontecimiento extraordinario.
Para los que nos gusta recordar la historia, ha resultado agradable que este año, con motivo de las fiestas de San Juan y día de san Paulino de Nola, patrón de los campaneros, haya habido varias exhibiciones de campaneros que han evocado de manera didáctica el sonido y significado del toque de las campanas como se hacía en tiempos relativamente no muy lejanos.
De la importancia que se le concedía entonces a ciertos símbolos diferenciales de los pueblos y ciudades, nos puede dar idea el siguiente dicho castellano:
Campanas, las de Toledo/
Catedral, la de León/
El reloj, el de Benavente y
El rollo, el de Villalón/.
Como quiera que en aquella época campanas y relojes eran consustanciales para marcar y pregonar las horas del día y de la noche, vamos a detenernos en nuestro famoso reloj de la Iglesia de Santa María la Mayor o del Azogue.
En este sentido, puesto que el reloj de Benavente aparece destacado en el famoso dicho, diremos que esta máquina de medir el tiempo, en sus orígenes era una verdadera obra de arte, tanto por su tamaño como por la precisión con que daba las horas del día y también de la noche.
Pero como los elementos climatológicos no perdonan, el incendio producido por dos rayos caídos en la torre destrozó el reloj de santa María, razón por la cual, según he leído, la esfera que actualmente señala las horas, procede de la iglesia de San Juan Evangelista, llamada del reloj y vulgo “de los caballeros”. Como un hecho para la historia anota Ledo del Pozo que, en este desaparecido templo de San Juan Evangelista, fue bautizado el príncipe de Anglona, hijo de Dª Josefa Alonso Pimentel, condesa de Benavente y de su marido y primo D. Pedro Girón Téllez, duque de Osuna. El niño en cuestión falleció antes de alcanzar la pubertad por enfermedad natural. Esta muerte prematura del único heredero directo de los conde- duques, dio lugar a que el pueblo se sumara al dolor de los padres que tenían puestas en el único superviviente de los hijos que tuvo el noble matrimonio la continuidad de la dinastía Osuna Alonso Pimentel. Después de las grandes y abundosas fiestas, con reparto de no menos abundosos alimentos de pan y carne con los que la Condesa obsequió a todo el pueblo para celebrar el feliz alumbramiento, a la gente le costaba admitir que el Príncipe de Anglona hubiera fallecido de muerte natural. Y como quiera que la mente popular a la hora de disfrazar la realidad es muy fértil, alguien dijo que al niño lo había matado un toro cuando estaba descansando con sus padres en su residencia de recreo del Tamaral . Y así, de esta fantasía adornada con el halo de tragedia, nació la leyenda de la Marquesa vengativa.
“MARQUESA VENGATIVA”
La fabulada historia del adolescente que había muerto trágicamente por asta de toro hizo tanto arraigo popular que hasta yo mismo la creí. Fascinado por el relato y recién llegado a Benavente, adornada con mucha fantasía literaria y con el pseudónimo de Aníbal Cross , en el Correo de Zamora, publiqué un comentario sobre el tema, destacando que la Marquesa, en venganza por la muerte de su hijo, condenó al toro causante de la tragedia a ser corrido por las calles de la villa y posteriormente ejecutado para repartir su carne entre el pueblo.
En contra de lo que yo esperaba, la fantasiosa historia, a juzgar por los comentarios que me llegaron, fue muy bien acogida y elevada a la categoría verdadera por muchos lectores de la “Nueva España”. Este suelto periodístico dedicado a Benavente, estaba dirigido y escrito en su mayor parte por la experta y veterana pluma de Agustín Vázquez Villarino –Cubichi-.
LAS CAMPANAS DE LA IGLESIA DE SANTIAGO
Para cerrar el anterior inciso, retomamos el relato de las campanas de las iglesias de Santiago y Santa María la Mayor de Benavente. En el primer caso, según documentos de archivo que he podido consultar, al derruirse la iglesia de Santiago, a finales del siglo XVIII, las campanas de su torre se instalaron en el reloj del Ayuntamiento de la Plaza Mayor. Pero, cuando se hizo la reforma de la alzada del tejado del edificio, el director de obra por error, hizo la hornacina más pequeña que la anterior, por lo que las campanas no pudieron ser acopladas al reloj. Así que provisionalmente las dos campanas quedaron colocadas en el rellano de la escalera del Ayuntamiento. Pero como quiera que, en asuntos oficiales, las provisionalidades en España suelen ser eternas, el cura de Santa María D. Gildo, de acuerdo con el alcalde, devolvió las susodichas campanas para depositarlas en la torre de la Iglesia de Santa María.
Salvando las distancias, la anécdota anterior de la hornacina del reloj de la Plaza Mayor de Benavente, nos recuerda algo así como cuando el Sr. Revilla, presidente de Cantabria, hizo los trenes más anchos que la boca de los túneles ferroviarios.
RITUAL INFORMATIVO DEL TOQUE DE LAS CAMPANAS
En tiempos pasados, cuando apenas había otros medios de comunicación audiovisuales entre los habitantes de los distintos lugares, el toque de campanas resultaba un medio bastante eficaz para regular en buena parte la vida de nuestros abuelos.
Para hacernos una idea de cómo funcionaba este sistema de aviso de campanas , por la importancia e influencia que ha tenido, y aun tiene la Villa de Benavente, tomamos como ejemplo las campanadas de la torre y el reloj de la Iglesia de Santa María.
En la literatura historiada de época, se dice que:” Colocadas en distintos sitios de la torre, que tiene unos 75 M. de altura, hay dos campanas grandes de unos 800 kilos de peso; más otras dos de unos 200kg la primera y 140kg la otra que está al final de la torre. Con esta última se tocaba a misa rezada. En la linterna que remataba la torre, estaba colocado el famoso reloj que tiene dos campanitas que sirven para dar los cuartos de hora a las 9 de la noche, desde el día de la Santa Cruz de mayo hasta la Santa Cruz de septiembre; así mismo da la queda con doce campanadas, las cuales son más fuertes que las de las horas”.
Por supuesto, además de estas señales había otros toques de campanas que anunciaban la mayor parte del diario vivir de los ciudadanos, ya fuere por muerto, misa, boda o bautizo, que repicaban, anunciando vísperas y días de fiestas señalados. Cierto que, aparte de casos civiles como los antes señalados, las campanas colgadas en las torres de las iglesias han tenido una finalidad litúrgica. Pero además, esto es muy importante, su toque, sobre todo si está precedido de tonos musicales, rompe la sensación de soledad de la campiña; particularmente en los agricultores y pastores de los páramos de Castilla quienes dicen que les hace sentir la agradable sensación de que no están solos en la vida. Que donde suena las campanas del Reloj, hay otras personas que los comprenden y los esperan.
Finalmente, añadimos que en la literatura universal, como símbolo evocador de ciertos acontecimientos de la vida, con frecuencia se apela a las campanas. Por ejemplo, el escritor y periodista Ernest Hemingway titula su famosa novela basada en la guerra civil española con el significativo título de “Por quién doblan las campanas”. A este fúnebre tañido, en el propio libro, se le da una interpretación que yo creo que merece ser bien pensada. Dice algo así: “No preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti”. Lo cual viene a decirnos que cuando un ser humano se muere, algo nuestro se va con él, pues queramos o no, cada uno de por sí, y todos juntos formamos parte de un TODO, que es nuestro caso es el universo humano.
Otro ejemplo literario más próximo de la evocación de las campanas lo encontramos en la novela de “San Manuel Bueno, mártir” de D. Miguel de Unamuno. En algunos pasajes del sustancioso libro, el eximio rector de Salamanca dice que, en la amanecida del día de san Juan, mientras está saliendo el sol, escuchando atentamente con fe, se oye el toque de las campanas de la torre de la iglesia de “Valverde de Lucerna” que, según la leyenda este pueblo, con todos sus habitantes, desde hace muchos siglos, está sumergido en la las aguas del “LAGO DE SANABRIA”. Este fenómeno del toque de campanas de Valverde de Lucerna, que solo lo oyen los que tengan mucha fe, se repite cada año el día de San Juan y así lo dice en una poesía de esta novela: “ Se queja en vano tu bronce en la noche de san Juan”. No en vano a su vez D. Miguel eligió como símbolo a San Juan, profeta de la palabra y de la LUZ.
---Nota: En la noche-madrugada del día 9 de enero de 1956, la leyenda del pueblo sumergido en buena parte cobró realidad. En tal fecha, la rotura de la presa de agua llamada de Vega de Tera produjo un torrente de agua tan fuerte y voluminoso que, en su vertiginosa corriente camino del lago, arrastró las casas con sus habitantes dentro, así como sus enseres y animales domésticos. Dentro de tamaña desgracia, lástima que D. Miguel de Unamuno no estuviera vivo para poder escribir la segunda parte de su “San Manuel Bueno mártir “, padre espiritual de “Valverde de Lucerna”, y que quedó entonces personalizada en la tragedia de los vecinos de Ribadelago sumergidos bajo las aguas del lago.
Juan Antonio Vega- Julio de 2024.
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