El verdugo: el clásico de Berlanga llega a Benavente con una magnífica versión de marionetas a cargo de la compañía El Espejo Negro
Ayer comenzó la programación del segundo semestre del año del teatro Reina Sofía. El primer espectáculo que inaugura esta pasarela escénica, viene de la mano de la compañía teatral El espejo Negro, y su director, Ángel Calvente, quien presenta la primera versión teatral con marionetas de la famosa película: El verdugo, estrenada en 1963, dirigida por Luis García Berlanga, bajo el guion de Rafael Azcona y del mismo Berlanga. Este film celebra este 2023, sus 60 años de estreno.
El público que se dio cita ayer tuvo la oportunidad de subirse a una noria de emociones en donde la ironía y el humor negro, formaban parte del contexto central de la obra.
Argumento
Amadeo, un veterano verdugo de la Audiencia de Madrid, se cruza en el destino de José Luis, un empleado de una funeraria que acude a recoger el cadáver del preso recién justiciado por Amadeo. En este encuentro, José Luis conoce a Carmen, la hija de Amadeo, y entre ellos nace un amor no público, que trae consigo un embarazo, y que eventualmente los lleva al matrimonio, cuando Amadeo descubre su intimidad amorosa.
Amadeo, esperanzado en obtener una residencia debido a su condición de funcionario, recibe la desagradable noticia de que se le ha denegado el beneficio debido a su próxima jubilación. Ante esta situación, él y su hija persuaden a José Luis para que asuma el cargo de verdugo, con la esperanza de mantener su vivienda, confiando en que no se verá obligado a llevar a cabo ninguna ejecución.
Sin embargo, cuando una orden de ejecución llega desde Mallorca, José Luis se siente aterrado y desea renunciar, a pesar de que esto signifique perder el piso y devolver los sueldos recibidos. Amadeo y Carmen logran convencerlo para que prosiga con su nombramiento, bajo la teoría de que el reo recibirá un indulto que lo liberará de la fatal muerte.
Lamentablemente el indulto nunca llega, y José Luis se ve forzado a enfrentar el garrote vil en contra de sus deseos, y se ve obligado a asumir el papel de verdugo por primera vez en su vida.
Nuevos y acertados enfoques
El carácter cómico, presente en la versión cinematográfica, también endulzó la grotesca y trágica adaptación, evidente en las tímidas carcajadas que se escuchaban en el patio de butacas del teatro.
La escenografía, coloreada por tonos grises y cortinas transparentes, a lo que se sumó un juego psicológico de luces, transportaban a los presentes a la atmosfera agridulce, dibujada en la cabeza del director.
Calvente, sin renunciar a la esencia del guion original, utilizó otros recursos para dar un toque novedoso a la obra. Entre ellos, se observaron la proyección de imágenes animadas y la interpretación de varios pasajes musicales, muy heterogéneos entre sí, cuyas líricas iban muy acorde con el drama del momento. Ejemplo de último aspecto fue el uso al inicio de la obra de una de las melodías de la película francesa Les Choristes, o la canción Pena, penita, pena, de Lola Flores. Incluso, se pudo escuchar partes melódicas de la Habanera, de la ópera Carmen, de Bizet, y el Dúo de las flores de la ópera Lakmé.
Otros elementos que se pueden diferenciar en esta versión, fueron el cambio del avión por el barco, como medio de transporte para el viaje rumbo a Mallorca, para la ejecución y posterior retorno a Madrid. También se destacan las recurrentes las pesadillas sufridas que José Luis durante todo el proceso de conversión a verdugo. Otorgamos, un bravísimo a las bien logradas transiciones escenográficas, en donde confluyeron el simbolismo y la realidad teatral.
Actuaciones y ejecuciones multifacéticas
Calventi pudo dar absoluta preponderancia a las marionetas bajo la modalidad del teatro negro, pero no. Acertó inteligentemente, dando plena visibilidad a los cuatro actores – marionetistas, que impecablemente humanizaron a los muñecos.
José Vera Nicart. Carlos Cuadros, Laín Calvente y Susana Almahano, llenaron de vida a 15 muñecos en los 90 minutos que duró la actuación. La aguda implicación actoral, la agilidad de movimientos y el carácter dramático de sus voces, forman parte de la absoluta calidad de la obra, Hacen una y mil cosas. En un momento son bailarines, en otros cantantes, narradores, actores y titiriteros.
Final con dilema incluido
Para los que no hayan visto la película, la intriga pudo darle esperanzas de un final mejor. Pero lamentablemente la historia termina de otra manera. La reflexión final e inmediata que navegaba por la mente de los presentes, centrada en el dilema moral que el espectáculo presenta, provocaron unos segundos de silencio. Luego llegaron los merecidos aplausos.
¿Estaríamos dispuestos a cambiar nuestro estatus social bajo circunstancias parecidas a la que tuvo que enfrentarse José Luis Gutiérrez? ¿Vive la sociedad actual situaciones parecidas disfrazadas con otros nombres? Estas preguntas las dejamos en el aire.
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