Marco Rodríguez pregona las fiestas de Santa Cristina destacando "las posibilidades agrarias, ganaderas e industriales y el gran valor humano de las personas del pueblo"

Quiso mostrar el Alcalde el agradecimiento del pueblo hacia la industria quesera de Hijos de Salvador Rodríguez. "Comenzaron prácticamente de cero, desde una pequeña fábrica hasta la impresionante industria en la que se ha convertido hoy en día, un gran pulmón para nuestro municipio en la que trabajan cerca de 400 personas directas, además de las empresas que a su vera se mantienen".

Calificó a la familia Rodríguez de ejemplar, "por todo lo que representa para nosotros y para nuestro municipio", y dio paso al pregonero.

Marco agradeció la invitación a participar como pregonero a todo el pueblo, al Ayuntamiento, Alcalde y Concejales, añadiendo que “todos tenemos el deber cívico de ofrecer lo mejor que sabemos hacer a la sociedad” . Manifestó que era un honor para el y que había dicho que sí enseguida al Alcalde cuando se lo propuso

“Decía Platón que el dialogo es el camino de la sabiduría y yo añado que celebrar las fiestas patronales de un pueblo donde los vecinos se relacionan, se saludan, bailan, tomas copas juntos es el mejor antídoto para remediar enfados, tensiones y gozar de la bonanza de la amistad”, continuó diciendo.

Antes de comenzar con su pregón, Marco Rodriguez dijo a los presentes en la plaza “No es fácil sentarse a escribir un pregón y después de pensarlo mucho, me fueron surgiendo recuerdos de los primeros años de mi vida en Santa Cristina y fui aprovechando estos momentos para ir encaminando este pregón a esos recuerdos personales de las Fiestas y vivencias en el pueblo y que muchos de vosotros también recordareis”.

 "Recuerdos en Santa Cristina"

 

Nací en 1961 en una familia humilde, igual que muchos de vosotros, hace 62 años. Recuerdo aquellos años, en los que desde muy pequeño empecé junto a algunos de los que estáis aquí a disfrutar y a empezar a tener vivencias que después han marcado nuestra trayectoria en la vida.

 

Esos veranos muy calurosos, donde se trillaba con los trillos de madera con los machos o bueyes en las eras, y en nuestro barrio en la Era de Rufino, donde encima del trillo dábamos vueltas y más vueltas, trillando la paja a pleno sol.

 

Esas peleas en la calle tirando piedras a ver si dábamos a alguno del otro bando.

 

Esos inviernos fríos y duros, donde nevaba y en la puerta del salón de Julito, donde se hacía el baile de Navidad, se formaba un hielo donde nos deslizábamos con muchas caídas, pero nunca nos pasaba nada.

 

Fuimos creciendo e íbamos conociendo a personas entrañables del pueblo, como el Señor Pedro Toro, el Señor Salvador Rodríguez, mi abuelo y la Sra. Felicidad, mi abuela. Plácida, donde se puso el primer teléfono que hubo en el pueblo, aquí mismo en esta casa a la izquierda y donde se podía ir a llamar por teléfono y poner una conferencia, como se decía entonces, y muchas más personas entrañables, como Sabino, Ruperto, Rosendo, panaderos del pueblo junto a mi familia, Jose Luis "el Moreno", el médico Garrote, Zacarías "el Aguacil", Zacarías "el sacerdote" que fue el que nos bautizó a nuestra generación, Julián Pernía "el Heladero" con su carrito de los helados y vecinos de mi casa como el Sr. Gabriel, Poldo y Antonia, Juan y Maria, Rufino y Alicia, Carmen y Miro, Román... y un largo etcétera de gente inolvidable. La primera televisión que hubo en el barrio, tuve la suerte de tenerla en casa de mis padres, Lorenzo y Felicidad, en la que se veían las primeras corridas de toros en blanco y negro de esas tardes de verano.

 

 

 

Los días de la Fiesta de Santa Cristina, el Cristo Torbero y las fiestas de verano de nuestra patrona, donde se hacía la Procesión y todos esperábamos a estas Fiestas para estrenar alguna ropa nueva; esas orquestas tocando en la plaza, al lado de la Iglesia, donde muchos de los que estamos hoy aquí, echamos nuestros primeros bailes e intentábamos arrimarnos, cosa muy difícil, pues las chicas eran expertas en poner los codos.

 

Esos partidos de fútbol en las Fiestas de solteros contra casados, esos músicos llamados "los Pradas" que nos amenizaban las fiestas con esos pasodobles típicos de esa España profunda, con momentos inolvidables.

 

Tiempos duros, pero a la vez muy felices, pues la mayoría de las personas del pueblo tenían el afán de ayudarse entre todos y de disfrutar de la vida muy humildemente.

 

Esas riadas de muchos años del río Órbigo; la escuela sin calefacción en invierno, donde teníamos que llevar las brasas de casa para calentarnos, en latas de sardinas. Esas calles que cuando llovía estaban llenas de charcos y barro. La estacada donde nos bañábamos en verano, la Josa que era una fuente de agua mineral donde se juntaba todo el pueblo para celebrar la fiesta del 18 de Julio, el bar del pueblo del Sr. Darío y el Bar Joven donde tuvimos la primera discoteca "LA SIRENA" con la máquina de discos que había que meter monedas, con los futbolines, billares y un largo número de sitios inolvidables.

 

Juegos de la raya, de la punta en el barro, de la comba, la peonza, etc. No teníamos móviles, pero nos divertíamos.

 

Mi generación no ha pasado guerras, penurias ni grandes desgracias, pero hemos asistido a los mayores cambios en la sociedad que jamás han existido; y yo los he vivido aquí, en Santa Cristina, mi pueblo, donde pasé mi infancia y muchos momentos de mi vida, rodeado de mis amigos, familiares y muchas personas de mi generación y entorno.

 

Aunque algunos años de mi vida he estado viviendo fuera de este pueblo, el destino ha querido que haya vuelto y haya formado mi familia aquí.

 

 

 

Y aprovecho también el momento para hablar un poco de mi familia paterna: Salvador y Felicidad, padres de 9 hijos, María Cruz, Domingo, Angelita, Teresina, Lorenzo, María Jesús, Salvador, Pili y Marife, todos muy conocidos. Salvador, persona originaria de la zona de Guijuelo en Salamanca, persona incansable, viajero, que bajaba hasta Extremadura a por pimentón de la Vera y subía hasta Galicia para cambiarlo por tocino y jamones al trueque. Muy amigo del padre de nuestro alcalde, Sr. Sabino, y de otras muchas personas de este pueblo.

 

Tuvo tienda de ultramarinos, panadería, cebadero de cerdos, hacían chorizos con las tripas de los cerdos que lavaban en el río en pleno invierno, pequeña fábrica de quesos artesanal y mis padres Lorenzo y Feli con un almacén de piensos. ¡Cómo han cambiado las cosas con los años! Supermercado MariFé y otros, fábrica de quesos que gracias a ella este pueblo, Santa Cristina, es conocido en más de 85 países, donde se pueden degustar los productos fabricados en ella y muchos más negocios en el pueblo. Quiero agradecer a mis padres la educación que me dieron, que me ha ayudado tanto en mi vida, y al apoyo incondicional confiando plenamente en mí, dentro de mi vida profesional. De mi padre, mi tío Domingo, mi tío Salvador y a la segunda generación que formamos la empresa en este momento.

 

Sin ellos, sobre todo los fundadores de la empresa, que fueron los que trabajaron sin descanso y con muchas penurias, no hubiéramos conseguido tantos logros en ella. Verdaderamente gracias. Mi familia siempre emprendedora y dando tanto a este pueblo.

 

Y otros bellos recuerdos de mi pandilla. Los gemelos, José y Lolo, Pedro Toro, Segundo Barrios, Manel, mi primo Juan Carlos, Jesús "el Cabijo", Joselito, Ebilasio, Zarra, Felipe, Flori, Tere, Loli, Vitoria, Marimar, Olga, Yolanda, Toñi y un largo etcétera de amigos y otras pandillas del pueblo.

 

Para terminar, quiero resaltar que Santa Cristina, nuestro pueblo, tiene muchas posibilidades agrarias, ganaderas e industriales. Y sobre todo, el gran valor humano de las personas que viven en él. Es conveniente una actitud abierta de nuestras autoridades municipales, que apoyen en cada momento a todas las personas, a cualquier iniciativa, a las empresas existentes y a las de nueva creación. Juntos y con buena voluntad, podremos y conseguiremos cualquier cosa.

 

Renovarse, actualizarse y crecer, este es el camino a seguir.

 

Por último, quiero hacer un homenaje y recordatorio a tantas personas que han formado parte de este pueblo y que ya no están con nosotros, en especial a mi padre Lorenzo.

 

¡ATENCIÓN!

¡JÓVENES Y MAYORES!

¡HOMBRES Y MUJERES!

¡TODOS DE SANTA CRISTINA (CUCOS DE APODO)!

¡QUE CANTÉIS, QUE BAILÉIS Y LO PASEÍS MUY BIEN EN ESTAS FIESTAS DEL PUEBLO!

¡FELICES FIESTAS Y TODOS CONMIGO Y EN VOZ MUY ALTA, VIVA SANTA CRISTINA!

 

 

 

Salvador Domínguez, alcalde de Santa Cristina de la Polvorosa, entregó al pregonero en nombre del Ayuntamiento de un cuadro con el escudo de la localidad. El lanzamiento del chupinazo dio por finalizado el acto de inauguración, que continuó con el tradicional reparto de pastas y sangría al ritmo de la música de los Chumachos, que continuaría hasta en la noche en la Plaza de Toros con el concurso de cortes nocturno.