Día Domingo, 16 de Noviembre de 2025
Julio de Vega Vicente ha escrito este artículo, perfilando la trayectoria de don Don Gonzalo, un amigo del que ha querido despedirse rindiendo homenaje a su paso por nuestra ciudad y a la huella que en ella ha dejado
“En verdad os digo que el adiós no existe.
Porque en el mundo real del espíritu
sólo hay encuentros y nunca despedidas”
Estos versos del poeta Khalil Gibran nos invitan a hacer una reflexión sobre el sentido de la vida; estas frases reconfortan nuestro espíritu en ese camino de la vida con un principio y un fin; un nacer y morir, y un recorrido entre ambos extremos cargado de ilusiones y pesares, de alegrías y tristezas, de esperanzas y frustraciones, de compañías y soledades; eso es la vida; la partida de un amigo siempre nos pilla por sorpresa.
El pasado 23 de Diciembre vivimos esa triste experiencia con la muerte del sacerdote Gonzalo Gómez Rodríguez, persona próxima, apreciada y querida en Benavente. Nació el 16 de Diciembre de 1935 en Arquillinos pueblo zamorano de donde era su madre, pues la familia tenía la residencia en el cercano Torres del Carrizal. En esta Tierra del Pan germinó una semilla de vocación que llevaría al joven Gonzalo a ingresar en el Seminario de San Atilano de Zamora donde cultivar su vocación y formarse como sacerdote, allí encontró el camino de su vida y a medida que su proyecto personal avanzaba fue descubriendo que el trabajo, para que fuera útil a los demás, tenía que ir acompañado de vocación y servicio a sus semejantes. En el curso 1958-59 finaliza los estudios de licenciatura en la Universidad de Pontificia de Comillas y es ordenado Presbítero el 20 de septiembre de 1959.
Benavente fue el primer destino pastoral, el Obispo de Zamora, D. Eduardo Martínez González, el 1 de Agosto de 1960, nombraba al joven sacerdote de 24 años coadjutor de la Parroquia de Santa María la Mayor, regida por D. Eustaquio de la Puente Gómez. En estos años de contacto con la feligresía, y de forma particular con el mundo juvenil, descubrió cierto vacío en su preparación y se marcha a Roma para formarse.
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Cuando regresó a Zamora, es nombrado, por Mons. Martínez González en 1966. Ecónomo del pueblo zamorano de Vezdemarban, conocido por sus tradicionales chocolates y fabricación de mantas y alfombras; en esta población del Alfoz de Toro, que por entones tenía unos 1500 feligreses, realizó, sin abandonar sus obligaciones pastorales, una gran labor social, formativa, actividades y movimientos juveniles; impulso la creación de unos talleres de confección de ropa para dar trabajo, impartió clases a los jóvenes que pretendían continuar estudios fuera del pueblo, inculcó en un numeroso grupo de muchachos los valores de los Scout y el amor por la naturaleza, participando en actividades al aire libre y campamentos junto con alumnos del Seminario Menor de Toro.
Sin abandonar el destino de Vezdemarban, es nombrado en Noviembre de 1971, por el nuevo obispo, D. Ramon Buxarrais Ventura que había tomado posesión un mes antes, Consiliario de los Centros de Cultura Popular y Promoción Femenina de la Diócesis con sede en Zamora y siendo presidenta Dª M.ª Ángeles del Amo Almaraz. En 1972, Mons. Buxarrais Ventura, lo nombra Vicario General del Obispado, cesando un años después, en función de su cargo formaba parte del Consejo Pastoral y de la Curia de Gobierno. El 20 de Agosto de 1975 es nombrado Arcipreste de Toro por el Obispo de Astorga y Administrador Apostólico de Zamora, D. Antonio Briva Mirabe.
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Después de un año de la toma de posesión de D. Eduardo Poveda Rodríguez como Obispo de Zamora, D. Gonzalo regresa a su primer destino, siendo nombrado en Octubre de 1977 1º Coadjutor de San Juan de Benavente, de la que era párroco D. Elías Tocino Pascual; en esa misma fecha y la misma parroquia fue destinado otro sacerdote, el ya fallecido Melquisedec Coca, como coadjutor y profesor del Instituto. En Enero de 1978, al fallecer D. Elías, es nombrado párroco.
La histórica Parroquia de San Juan de Benavente ha sido su destino más largo, fructífero y último. Desde su llegada, y ya siendo su responsable, se implicó de lleno en una labor en múltiples campos; reorganizando la actividad parroquial y los movimientos eclesiásticos; introduciendo la Comunidad Neocatecumenal de la que sería el sacerdote supervisor; poniendo los medios para la restauración, equipamiento y mejora de la románica iglesia; promocionó la asistencia de jóvenes de Benavente y su entorno a los campamentos que Cáritas Diocesanas realizaba los veranos en el Lago de Sanabria; Creó un grupo de montaña de adultos, realizando muchas rutas de senderismo por las montañas de León y Zamora, como “El Tejedelo” en Requejo de Sanabria; Impartió durante años clase en el Colegio San Vicente de Paul (Hijas de la Caridad) y trasladó la celebración de la festividad de La Virgen Milagrosa (27 de Noviembre) del colegio a la parroquia para hacerla más cercana y participativa; promovió la participación de jóvenes benaventanos en movimientos juveniles en el extranjero; dada la proximidad de San Juan con el Hospital Comarcal, atendía las necesidades espirituales de los enfermos; en los años 80 con la expansión urbana de Benavente, impulso la creación de la nueva Parroquia de Santiago Apóstol en el Barrio de Las Malvinas para la que fue nombrado párroco el 13 de Julio de 1988 Melquisedec Coca, sacerdote que había llegado con él a Benavente en 1977 y le había acompañado hasta ese día; fue decisivo colaborador en la creación de la Escuela de Catequistas Diocesanos que funcionó en Benavente entre 1993-2000, donde impartía la asignatura de Sagrada Escritura. En 2008 fue nombrado capellán del Monasterio del Salvador (monjas de San Bernardo) situado en la carretera de Benavente a Villanueva de Azoague; en 2014 capellán de la residencia “Ciudad de Benavente”.
Con el nombramiento de un nuevo párroco en 2008, Cesar Salvador Gallego, hoy en la parroquia de San Lorenzo en Zamora y Vicario General, Don Gonzalo, a punto de cumplir los 73 años, pero hombre que se vale y gusta de cierta autonomía, deja la casa rectoral para trasladarse a un piso que es una verdadera atalaya en la Plaza de la Soledad. En los últimos meses la enfermedad le obliga a trasladarse, primero, a la Residencia Sacerdotal y posteriormente a la Residencia “Matías Alonso” de Villarrín hasta su fallecimiento en el Hospital de Zamora.
Nuestros ojos ya no te verán en el camino diario de ida y vuelta al Monasterio de San Bernardo, no te veremos en largos paseos por la Vía del Canal o jugando esa partida que tanto disfrutabas después de comer. Pero el recuerdo y las experiencias vividas permanecerán siempre entre nosotros.
“Cuando la pena nos alcanza
por un hermano perdido.”
“La muerte no es el final del camino”.



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