La impulsividad es un rasgo de personalidad nocivo, pues las decisiones no se sopesan y se actúa sin pensar en consecuencias. Afortunadamente, se puede tratar con terapia. En internet, existen portales online como notasdetupsicologo.com, una gran opción para afrontar este tipo de problemas.
Deseo latente, reacción desmedida, culpa
Esta trilogía describe la impulsividad. Primero, la necesidad imperiosa de realizar alguna actividad nubla el pensamiento. Seguidamente, ocurre la conducta rápida sin evaluar las posibles consecuencias. Finalmente, cuando es imposible dar marcha atrás, aparece la culpa y el arrepentimiento.
La impulsividad además puede conllevar a la agresividad. En este escenario, el sujeto no controla su reacción; es controlado por sus impulsos. Debido a lo anterior, puede perder el norte e incluso agredir a alguien o a sí mismo. Ocurre de esta forma una actitud del todo evitable cuyas consecuencias no fueron buscadas.
Pequeños tips para controlar la impulsividad
Si alguien ha detectado sus problemas de impulsividad, debe buscar ayuda profesional. Este es, sin duda alguna, el mejor consejo para afrontarlo. No obstante, en la vida diaria, hay pequeñas tareas que se pueden llevar a cabo para controlar la impulsividad.
Identificar el detonante
Es importante saber si existe un detonante para la conducta impulsiva. Generalmente, hay una emoción mal gestionada. Entonces, si se logra saber cuál es esa emoción y los contextos donde aparecen los impulsos, es más fácil sobrellevarlos.
Puede ser útil llevar un diario a tales fines. También, hacer un ejercicio de introspección para recordar el momento y estudiar los factores involucrados. De esta forma, se sabrá el contexto donde la impulsividad toma el control. No se trata de evitar el estímulo, sino de estar mejor preparado cuando se debe afrontar.
Respiración consciente
Al sentir el impulso incontrolable, la respiración puede ayudar a crear calma. Se aconseja tomar aire profundamente, sentir cómo los pulmones se expanden a su máxima capacidad. Seguidamente, retener el aire, contar 4 segundos y después soltarlo lentamente, sintiendo cómo con el aire se va la tensión. Repetir el proceso al menos 3 veces.
Cuando se respira lentamente, se envía un mensaje al cerebro para disminuir la marcha. Es una forma de relajación milenaria usada en el budismo cuyos beneficios se han comprobado científicamente. Además, la pausa ayuda a pensar mejor las situaciones y frenar el impulso.
Incorporar técnicas de relajación en la rutina diaria
Alguien estresado es presa fácil de la impulsividad. Cuando no se sabe canalizar la energía ni gestionar las emociones, es más sencillo actuar sin pensar y tener reacciones desmedidas. Por ello, es importante incorporar al día a día, actividades como el ejercicio y/o la meditación.
Aprender que perder es inevitable
Desarrollar tolerancia a la frustración, ayuda a entender que no siempre vamos a obtener todo deseado. Se trata de gestionar las emociones en torno al fracaso para no desarrollar conductas levisas al no saber abordarlo. En algunos casos, la impulsividad es una respuesta la frustración.
No es asumir una conducta derrotista, sino aprender a tener respuestas adaptativas ante situaciones que no dependen de la voluntad del sujeto. Tampoco significa rendirse sin luchar, sino a aprender a sobrellevar las emociones cuando las circunstancias no se dan como se desean.
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