El Alzheimer es una enfermedad degenerativa que afecta de manera progresiva a los procesos mentales que involucran la memoria, la orientación espacial y temporal, así como al desarrollo intelectual y cognitivo, la cual es originada por el deterioro de las células nerviosas y el decrecimiento de la masa cerebral
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Constituye una de las enfermedades más frecuentes en los adultos mayores, la cual se caracteriza por ser una patología incurable que origina daños irreversibles, los cuales afectan a la calidad de vida de los pacientes, por lo que contar con un diagnóstico certero a través de la detección temprana de los primeros síntomas e indicios de su aparición, permite diseñar y emplear estrategias de planificación familiar, con el fin de brindar la asistencia requerida al adulto mayor de manera oportuna y eficaz.
La empresa de cuidadores para personas mayores a domicilio conocida como Beeping, basada en las observaciones de una significativa muestra de pacientes durante el ejercicio de sus funciones, obtuvo como resultados datos concretos referentes a la sintomatología presentada por los adultos mayores al inicio de la enfermedad, los cuales evidencian rasgos característicos del Alzheimer precoz, y constituyen indicios que deben tenerse en cuenta para tomar acciones oportunas que permitan detener el proceso de degeneración cerebral lo antes posible.
¿Cuáles son los 10 primeros signos o síntomas de Alzheimer que deben tenerse en cuenta desde el momento de su aparición?
Los 10 primeros síntomas del Alzheimer a los que se debe brindar una notable atención desde el inicio, son los siguientes:
- Modificación repentina del estado de ánimo, ya que la persona afectada puede experimentar cambios notables en la personalidad habitual y en el humor, de manera inesperada y repentina. El adulto mayor puede pasar de un estado de felicidad y disfrute, a un estado depresivo, inestable, de ansiedad o depresión, de manera imprevista, lo cual puede generar desconcierto y preocupación en sus familiares. La mejor recomendación es mantener una actitud paciente, comprensiva y empática, ya que el adulto mayor no es consciente de la transformación involuntaria de la personalidad, la cual se origina debido a un desequilibrio neuronal que provoca este tipo de cambios radicales de conducta.
- Disminución de los periodos de actividad, sobre todo en aquellas personas que se han caracterizado por periodos de actividad constante, y que de manera repentina, caen en un letargo que les impide realizar las actividades de manera rutinaria, para lo cual, comienzan a cambiar inesperadamente sus hábitos y costumbres.
- Dificultades para interpretar la realidad, por lo que el sentido común empleado principalmente para interpretar de manera apropiada las señales y los escenarios que contemplan la realidad, comienza a disminuir, donde todo inicia por presentar comportamientos atípicos, erróneos, imprevisibles e inesperados, los cuales pueden afectar a todos los ámbitos, desde el aseo personal, hasta la manera de vestirse.
- Extravío de objetos y pertenencias, ya que los problemas de memoria originan el olvido de objetos personales de importancia para la vida del paciente, como consecuencia de la pérdida de la capacidad para recordar, por lo que resulta indicado evitar que el anciano lleve consigo objetos de gran valor o importancia, ya que no es consciente de la pérdida que puede sufrir.
- Dificultad para llevar a cabo una expresión fluida, evidenciando procesos comunicativos erróneos o difíciles de comprender, lo cual se puede comprobar con la falta de coherencia en los argumentos emitidos, así como con trabas u obstáculos para hablar, los cuales se producen de manera repetida, con ausencia de palabras específicas, y la pérdida de la secuencia en la trasmisión de la información. El entrenamiento cognitivo y la detención del desarrollo cerebral, pueden contribuir a frenar este deterioro, permitiendo que la persona afectada se acerque a una comunicación más eficiente y adecuada.
- Desarrollo de complicaciones visuales, donde la persona afectada puede experimentar problemas para leer, aunque sus ojos no presenten ningún tipo de patología, debido a que los neurotransmisores del cerebro alteran la percepción del ojo en cuanto a lo observado, pudiendo presentar dificultades para evaluar distancias, discernir colores y contrastes, además de experimentar inconvenientes para el desplazamiento y la movilización de manera adecuada.
- Episodios de desorientación parcial o total, ya que la persona puede perder la orientación de manera inesperada, colocándose en una posición vulnerable, donde puede ser incapaz de transitar por calles, o lugares conocidos y habituales, por lo que para minimizar los riesgos, lo más recomendable es mantener el control y la supervisión constante del anciano, evitando de esta manera los paseos o salidas en solitario. En casos delicados, el adulto mayor puede experimentar desorientación en su propio hogar.
- Dificultades para la resolución de problemas habituales, los cuales implican todas aquellas tareas o actividades cotidianas, como preparar alimentos, hacer oficios del hogar, asearse, vestirse o cuidar de otras personas, los cuales se constituyen como rutinas sencillas que pasan a ser de extrema dificultad para el anciano. La enfermedad es una transformación personal que conlleva una pérdida progresiva de la independencia, por lo que las personas que lo padecen deben ‘reaprender’ las tareas que antes ejecutaban con facilidad y destreza.
- Dificultades para la autogestión diaria, ya que el paciente experimenta un descontrol de su vida, cargado de confusión, apatía y sentimientos inestables, hasta el punto de no saber qué hacer, qué le gusta o qué le brinda bienestar, de manera que los familiares se constituyen como guías imprescindibles en la vida del anciano.
- Pérdida de la memoria y olvido de las informaciones importantes, desde una fecha de cumpleaños, el menú que ingirió en el almuerzo, hasta las caras de personas conocidas y familiares, desvaneciéndose por completo los recuerdos en el cerebro de la persona afectada, lo cual es una circunstancia bastante penosa para el anciano y demás allegados.
¿Cómo diagnosticar el Alzheimer?
Es importante destacar que los 10 síntomas expuestos no deben ser confundidos con los signos característicos de deterioro normal de la vejez, ya que con el paso de los años, el cerebro experimenta un deterioro de sus funciones habituales, lo cual se evidencia con la disminución de ciertas facultades, que no necesariamente deben ser síntoma de sufrir Alzheimer.
Lo más recomendable es que al presentarse alguno de los signos antes descritos, se acuda a un profesional de la salud cualificado, como el neurólogo, el cual constituye el especialista cerebral encargado de hacer una revisión y diagnóstico integral, minucioso y personalizado, con la finalidad de determinar si el anciano presenta este tipo de enfermedad o no.


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