Del Martes, 16 de Septiembre de 2025 al Lunes, 22 de Septiembre de 2025
Una exposición que está cautivando tanto a benaventanos como visitantes desde su llegada a la ciudad y que hoy vamos a dejar que sus miradas nos cuenten los secretos de sus pinceladas
Miradas, las que dicen tanto, las que no necesitan palabras, las que han ganado protagonismo en estos últimos dos años, las que nos han enseñado a mirar fijamente y conocer aún más a la otra persona. Porque sin miradas no hay expresión, son el espejo que tenemos donde captamos el reflejo que nos deja la otra persona.
Las miradas también son protagonistas en la exposición del Museo del Prado que se ha asentado en los Paseos de la Mota, y les propongo, tanto si la han visitado como si aún no, que vayan más allá del encuadre global de la obra, que se fijen en las miradas, en esas que se han convertido en inmortales.
Tenemos miradas religiosas como “Santo Domingo de Silos entronizado como obispo" de Bartolomé Bermejo”, o la mirada resignada de “Santa Catalina” en la obra firmada por Fernando Yáñez de la Almedina, “La Inmaculada Concepción de los Venerables o de “Soult” de Murillo, o la visión religiosa de “La Trinidad” del Greco. Pero también dentro de la pintura flamenca podemos comprobar la simetría de las miradas de “El Descendimiento” de Roger Van der Weyden.
Pero si queremos entablar una conversación con más protagonistas de esta exposición, “El Caballero de la Mano en el Pecho”, inmortalizado por el Greco nos invita a conocerle, un desconocido caballero en el que el autor quiso dejar pequeños detalles para saber que se trataba de un Alcalde, o a unirnos a la fiesta en el “Triunfo de Baco” o “Los Borrachos” de Velázquez, el pintor que más obras alberga el Museo del Prado.
No podían faltar “Las Meninas”, ese séquito que se introduce en la escena que Diego Velázquez quiere inmortalizar con la mirada de la Infanta Margarita, la futura heredera al trono hasta que nació su hermano anulando su posibilidad de ser reina, lo que obligó a Velázquez a borrar esos símbolos que nos indicaban que estábamos ante la futura heredera del trono.
¿ Y si deseamos cruzar la mirada con esa pícara “Maja Desnuda” de Goya? Pues tendremos la oportunidad de hacerlo, de conocer a esa misteriosa mujer, amante de Godoy, aunque muchos creían que el cuerpo pertenece a la Duquesa de Alba, algo que ha quedado descartado. Pero si se fijan bien pueden encontrar una similitud con la película Titanic y la escena en la que Jack pinta a Rose echada en un diván.
Vamos a centrarnos ahora en las miradas con autoridad, y la mayoría de ellas las protagonizan mujeres, miradas altivas, que generan respeto al espectador, Francisco de Goya así lo representaba con la Reina María Luisa, mujer protectora de su familia pero de la que dicen que realmente era la que llevaba la voz de mando en el reino, los lenguajes corporales se pueden descubrir en la obra “La familia de Carlos IV”
“María Tudor” Antonio Moro pudo captar el semblante serio de la hija de Enriqyue VIII con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos. Durante su reinado María Tudor fue conocida como “María la Sangrienta” y en este cuadro era un retrato enviado a su futuro marido y primo segundo suyo, Felipe II.
Al contrario de estas severas miradas, el espectador podrá contemplar a la dulce “Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches” una noble considerada de las más hermosas del Madrid isabelino, inmortalizada por Federico de Madrazo
Dentro de la pintura italiana descubrimos a un “Carlos V en la batalla de Mühlberg” bajo la visión de Tiziano, con una mirada hacia el horizonte, se podría decir que perdida, en la que se representa a Carlos V, preparado para la batalla en la que venció a las tropas protestantes de la Liga de Smalkalda.
Si me permiten nos salimos un momento de las miradas humanas y en el recorrido de esta exposición se van a encontrar con la mirada de un búho que se encuentra en “El Jardín de las delicias” del El Bosco, les invito a que lo busquen pero también a que se fijen en los infinitos mensajes de esta obra.
“Las tres gracias” de Rubens, esta pintura mitológica con miradas confiadas entre Aglaya, Eufrósine y Talía hijas de Zeús con Eurínome.
Pero también encontramos miradas de pintores autorretratados como Van Dyck en su cuadro “Endymion Porter y Van Dyck” o Durero.
Una exposición que finaliza con el Rembrandt de “Judit en el banquiere de Holofernes”.
Miren y disfruten la exposición del Museo del Prado que estará hasta el 21 de febrero en los Paseos de la Mota, sean cómplices de cada pintura de la historia.
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