Cinco horas con Mario: Un Reina Sofía de pie ante una Lola Herrera espectacular
Nota: Foto retrospectiva enviada por la compañía
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A pesar de los más de 40 años de puesta en escena, la adaptación teatral de la novela homónima de Miguel Delibes, Cinco horas con Mario, sigue siendo un éxito ineludible. Prueba de ello fue ver la noche de ayer, el teatro Reina Sofía casi lleno y rendido ante Lola Herrera, en su papel de Carmen Sotillo, una viuda que pierde a su marido, Mario, de manera inesperada, fruto de un infarto. En el momento cuando sus familiares la dejan sola tras su velatorio, la reciente viuda comienza un íntimo monólogo, dirigiéndose al fallecido como si estuviese vivo, en el que, a manera de desahogo, confesaba situaciones que nunca le dijo en vida.
Primera puesta en escena
Han pasado ya más de 50 años de la publicación de esta obra literaria, una de las novelas más importantes de la narrativa contemporánea española, que fue llevada a escena por primera vez el 26 de noviembre de 1979, en el Teatro Marquina de Madrid.
Producción de la obra
La actual representación de la autoría de Josefina Molina y producida por José Sámano, tuvo la virtud de transportar al espectador que se dio cita en este teatro, a las circunstancias sociales de la España de los años 60.
Lola y Carmen: Fusión perfecta entre actriz y personaje
En esta famosa representación el público de Benavente y comarca, conoció a una Carmen que recordaba la monótona y aburrida vida que llevó junto a su esposo, y en la que entre sus variadas confidencias se destacan su soledad, insatisfacciones y la crítica a su marido por sus valores políticos y religiosos.
Este domingo, Herrera, actriz con una sabiduría interpretativa merecedora de todas las alabanzas recibidas, volvió a mostrarse esplendida, serena, creíble, sobria y profunda. Lola, en todo momento, con un ritmo denso, apacible y elegante, envolvió el ambiente a través de un lenguaje íntimo y bien cuidado.
El telón subió pasadas las ocho de la noche, y la actriz emocionó a todos los presentes, sin importar el paso del tiempo, a sabiendas que encarna a Sotillo desde la inauguración de la obra. Herrera sumergió al espectador en los 80 minutos aproximados en los que se condensaron las 5 horas de velatorio, en una melancolía y tristeza atípica, ya que los anécdotas y reflexiones tuvieron un toque cómico y jocoso, que provocaron más de una risa por parte del público.
Uno de los momentos más divertidos de la noche fue la reiterada critica de Carmen a su esposo porque nunca le compró un coche 600, un símbolo de estatus social de esa época.
El escenario totalmente lúgubre, donde un ataúd y algunos elementos precisos como la máquina de escribir de Mario y su biblia, fueron testigos silentes de esta extraña conversación. La actriz, vestida con regio luto, y bajo una iluminación sobria que crecía tímidamente en la medida que las emociones afloraban en el escenario, se movía de manera elegante, destacando cada rincón de la escenografía.
Con una explosión de sollozos ante el féretro del cuerpo inerte de su marido, ante una de las confesiones más importantes de la actuación, se cierra el telón, dejando a un público más que emocionado., con ganas de seguir disfrutando de la velada.
Después de una actuación espectacular, los aplausos no se hicieron esperar. Con un auditorio en pie, Herrera recibía la gratificación del público. Más de un minuto duró el premio inmaterial de los presentes a la artista vallisoletana.
Sobre la actriz
María Dolores Herrera Arranz, mejor conocida como Lola Herrera, nació en Valladolid en el año 1935. Con una amplia trayectoria en teatro, cine y televisión, es considerada como una de las más importantes actrices españolas de la última mitad del siglo XX. Inició su actividad teatral en la compañía de Tina Gascó a finales de los años 50.
Entre las tantas premiaciones recibidas por la artista se destacan la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1999), el Premio Ercilla de Teatro (2005) a toda una vida dedicada al teatro, la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo (2006) y en este año (2021) en su ciudad natal, la Medalla de Oro de Valladolid.
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