Adiós al curso político
Quienes han vivido el mundo de la docencia terminan mimetizando las actitudes, el lenguaje y hasta la forma de medir el tiempo. Los enseñantes, las madres y los padres saben bien de qué hablamos. En estas fechas se afronta, cada año, el resultado del trabajo realizado, el grado de maduración de la promoción, la euforia y también la desilusión, la necesidad de ofrecer comprensión ante las incertidumbres que se abren… Por ello no sorprende y se normaliza la trasposición de conceptos como curso, programación, objetivos o evaluación al vocabulario propio de la actividad política.
Es veinte de junio y en la práctica el curso escolar ha concluido para los estudiantes algo parecido ocurre en la planificación y en la vida de los políticos y sus organizaciones. Casi todos hemos olvidado la repesca que suponían los exámenes de septiembre, y muchos gestores de la cosa pública esperan que la ciudadanía olvide en el verano las asignaturas que dejan pendientes.
La crisis sanitaria y sus consecuencias económicas han marcado la política nacional y también la autonómica en este ejercicio. Quizás la excepcionalidad del momento propició el espejismo de algunos consensos, pero la realidad es que unos y otros llegaron arrastrando los pies a los caminos sanitarios por los que transitaba casi toda Europa. La campaña de vacunación ha ido bien y es un éxito de todos, pero tampoco faltan quienes persisten en pinchar el ojo de este o aquel gobierno, aún a riesgo de dejar tuerta a mucha gente. El permanente desencuentro en la cacareada coogobernanza, sólo pareció aplacarse cuando el virus ponía sobre la mesa más de trescientos muertos cada día. Lamentable, pero rigurosamente cierto.
Hoy, desactivadas las consecuencias sociales de la pandemia por el llamado escudo social, los fondos europeos y la actitud propositiva de gobierno y agentes sociales, la manera de abordar la cuestión catalana ha vuelto a convertirse en la palestra nacional donde se velan todas las armas de futuras contiendas electorales, algo que se viene repitiendo desde hace décadas. Se apela a la historia, a la patria, a la Constitución, al idioma, a la concordia, a la justicia, al diálogo... conceptos demasiado vagos y extraordinarios cuando no vienen acompañados de una decoración más precisa. Otra vez se apunta a la crispación, al enfrentamiento, a la bulla y a la trapatiesta. Lamentable, pero también rigurosamente cierto.
Algo habrá que hacer, desde luego, pero soy de los que piensan que a la gente le interesa mucho más los tiempos desesperantes de la justicia ordinaria, la falta de consensos en la planificación educativa, las listas de espera de la sanidad pública, acordar una fiscalidad común, el paro y los salarios, el acceso a la vivienda, el precio de los alquileres, el descenso a los infiernos de nuestra juventud, la modernización de la administración y sus procesos, que se usen correctamente los fondos europeos, escribir la última página de la dictadura,... Y así finalizamos el curso político 20/21, emplazándonos para septiembre con demasiadas asignaturas pendientes.
La salida de Pablo Iglesias de la vida pública ha rebajado la tensión mediática, pero la pugna en las derechas sigue demasiado viva, la articulación del espacio a la izquierda del socialismo aún está en el aire, el independentismo catalán no parece encontrar el camino más allá del punto de llegada, el resurgir de un neonacinalismo intolerante y xenófobo y, desde luego, no debemos olvidar que la letalidad del coronavirus sigue amenazando la vida y la economía de cientos de millones de personas en un mundo interconectado.
Nada parece cerrado, pero confiemos en que el sosiego estival permita a los actores políticos definir sus posicionamientos con claridad y pragmatismo para que alejen de la ciudadanía ese enfrentamiento estéril a que nos tienen acostumbrados. En todo caso, hemos de concluir que la “clase política” ha dejado demasiadas preguntas sin resolver en la evaluación final, por eso se hace acreedora de un suspenso clamoroso. ///
Post escríptum: Con las reflexiones de hoy pongo un punto y seguido a este blogs. Después de treinta y cuatro semanas ininterrumpidas con este epígrafe y más de setenta en la cabecera, considero que va siendo hora de hacer un alto. De modo que, no sé si merecidas o no, pero he decidido tomarme vacaciones. Muchas gracias por estar ahí cada domingo y, créanme, ha sido un privilegio compartir con ustedes. Saludos, y que pasen un verano tranquilo.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.15