Lunes, 22 de Septiembre de 2025

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Ignacio Morán, escritor

Cruz Roja, Media Luna Roja y Cristal Rojo

Terminando el primer cuarto del siglo XXI, de manera incomprensible, siguen abriéndose focos de violencia en el mundo: Israel-Hamás, Yemen, Colombia, Myanmar, Centroáfrica... Se recrudecen los fenómenos migratorios en Turquía, Grecia, Lampedusa e Italia continental, Ceuta, Melilla, Canarias, Andalucía, Centroamérica, sudeste asiático... y vemos también que los efectos devastadores del cambio climático nos visitan cada vez con más frecuencia. Resulta obvio que seguimos necesitados de la presencia de organizaciones humanitarias, tan solventes y respetadas como la que representa los emblemas que dan título a esta columna.

 

 En nuestra cultura la fuerza de los símbolos es algo incuestionable, se han integrado tanto en nuestro modo de vida que ya es parte de la memoria colectiva. No creo, pues, que sea preciso citar ejemplos relacionados con la ropa, el calzado, la alimentación, la industria, la política…. El marketing interpela cada vez con más fuerza a los publicistas para que encuentren un logotipo, que cale en la gente y catapulte la marca o los objetivos que representa; pero no es fácil.

 

En la Convención de Ginebra de 1864 se adoptó como símbolo una Cruz Roja, la Media Luna Roja se incorpora en el año 1929 y más recientemente (2005) se añade el Cristal Rojo. Los tres representan a la misma organización humanitaria y gozan de protección jurídica y de un gran prestigio en los países que los acogen. Además, han de ser respetados y reconocidos por todos los países del mundo al encontrarse bajo la más estricta protección del Derecho Internacional Humanitario (DIH).

 

Como organización humanitaria, trabaja en objetivos que tocan muy de cerca a la población: La asistencia y tele-asistencia a nuestros mayores, la vigilancia preventiva y médica en todo tipo de eventos, la presencia en zonas de conflicto armado o catástrofes naturales, la permanente disponibilidad para la mediación internacional, el compromiso con las mujeres que sufren maltrato, el apoyo infatigable a colectivos en exclusión o en riesgo... El sólo hecho de ver desplegarse sus emblemas en situaciones de especial dificultad, tranquiliza a mucha gente convirtiéndose (muy por encima de la opinión de personas de naturaleza verdaderamente miserable) en el primer eslabón  de la cadena de ayuda a la orfandad que domina en estas calamidades.

 

La brevedad de esta columna impide valorar, en su justa medida, la vigencia de los principios de Humanidad, Imparcialidad, Neutralidad, Independencia, Voluntariado, Unidad y Universalidad que alentaron el pensamiento y la misión que un día soñó Henri Dunant ante el paisaje desolador de la batalla de Solferino, en el año1859. Solo decir que, a pocos días de que hayamos celebrado el día mundial de la Cruz Roja, todas las Sociedades Nacionales y el Comité Internacional que conforman un Movimiento Internacional, con más de cien millones de voluntarios, es hoy una de las grandes esperanzas en cualquier desastre humanitario y el brazo ejecutor que precisan los gobiernos y la solidaridad de cientos de millones de personas en el mundo.

 

 “No entiendo nada de lo que ocurre -decía un voluntario al llegar a la zona de conflicto- pero es preciso hacer frente a la organización de este caos y satisfacer las necesidades más elementales de estas miles de personas”. Quizás sea la mejor descripción del trabajo de cualquier organización humanitaria en un desastre o conflicto armado. Sin dejar a un lado nunca los compromisos contraídos en su respectivo ámbito territorial, ni los programas estables de ayuda al desarrollo que impulsa.

 

No hablo de oídas. Puedo decirles que la actividad frenética de los voluntarios y trabajadores de Cruz Roja Internacional a la hora de poner en marcha una campaña urgente de ayuda a inmigrantes, desplazados, refugiados, damnificados por alguna catástrofe, para enviar ambulancias, depuradoras de agua, puestos sanitarios, equipos móviles de donación de sangre, kits de primeros auxilios o higiene personal, material de abrigo o de refugio… para gestionar la recogida de fondos destinados a la compra cerca del lugar de intervención... Es una experiencia apasionante, pero nada de esto sería posible sin la respuesta inmediata que dan las sociedades ante ese tipo de tragedias humanitarias.

 

Así pues, toda la gratitud y apoyo a lo que representa una Cruz Roja sobre fondo blanco, una Media Luna Roja sobre fondo blanco o el Cristal Rojo sobre fondo blanco, los tres logotipos que, sin lema ni timbre alguno, son reconocidos y respetados en cualquier lugar del mundo y, sin ser los únicos, representan la determinación de la humanidad de socorrer  a las personas más vulnerables por encima de cualquier otra consideración. ///

 

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