Domingo, 21 de Septiembre de 2025

Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

Ignacio Morán, escritor

Ni héroes ni bandidos

La historia nos ha enseñado que España es un país de extremos, que todo ha de ser azul o rojo, Antonio Molina o Manolo Escobar, El Viti o El Cordobés (ambos fueron toreros), Real Madrid o Barcelona, Beatles o Rolling Stone… comunismo o libertad, fascismo o libertad. Yo no lo creo así. Quizás hubo un tiempo en el que se potenció ese dualismo castrante, pero hoy la sociedad está mucho mejor formada y no se dejará arrastrar por una manipulación tan grosera que nubla otros caminos. Las personas, stricto sensu, no son héroes o bandidos sino una ciudadanía normal con sus filias y sus fobias como lo son los franceses, los alemanes, los suecos o los noruegos.

 

El resultado de las elecciones a la Asamblea de Madrid vino a confirmar lo que mucha gente intuía: el neoliberalismo en su versión más populista arrasó en las urnas y dejó a los partidos progresistas sumidos en el desconcierto. Ya no estamos en campaña, y ahora no se trata de arañar votos en los linderos de la verdad o la mentira sino de gobernar la realidad y el futuro, sin incendiar a ser posible el presente. El Financial Times decía irónicamente en un editorial de esta semana que España necesita una conversación política más inteligente; y es que la esencia del sistema democrático está en el respeto por otro y en el aprovechamiento de la verdad que pudiera tener, nunca en el intento de aniquilación o en la toma de caminos autoritarios. Algo que no debieran olvidar quienes definen o tratan de forjar esos liderazgos neutros que tanto se llevan ahora.

 

El Partido Popular, antes lo hizo el Partido Socialista, convivió en casa con la corrupción y han pagado por ello ante la justicia y con la pérdida de gobiernos. Ahora llegan otros liderazgos y vienen de vuelta los intereses, los votos y la emoción de las personas. La ciudadanía siempre va por delante y las estrategias políticas siguen esa estela arrastrando los pies. Hoy ganó la señora Ayuso, pero en democracia nada es definitivo.

 

A lo largo de la semana se han publicado análisis para todos los gustos, pero quiero insistir en algo que es obvio. La respuesta de la ciudadanía de Madrid, con una participación sin precedentes, ha dicho lo que quería con un civismo encomiable en medio de tanta algarabía. Ni los populismos de uno u otro signo, ni la decisión de no debatir con el contrario, ni las insidias o amenazas explícitas, ni siquiera el envío de balas a representantes públicos han logrado quebrar la convivencia.

 

El pasado domingo terminaba la columna diciendo que esta “movida” de Madrid tendría consecuencias en la política nacional y así ha sido. La misma noche electoral dimitió de todos sus cargos el Secretario General de Podemos, el jueves hizo lo propio el responsable de la Federación Socialista de Madrid y el candidato Gabilondo tampoco recogerá su acta de diputado, pero hay otros movimientos políticos de mayor calado que irán madurando y se concretarán en verano, con menor presión mediática. En Europa, la prensa y la opinión pública, han recogido ampliamente estos resultados advirtiendo, de manera sibilina, sobre el camino a ninguna parte que llevan algunas políticas.

 

A mi juicio, el proyecto de centro liberal que representa Ciudadanos ha resultado quebrado, el Partido Popular está llamado a repensar su praxis para adaptarla a los estándares conservadores de la UE, el partido socialista seguirá perdiendo apoyos en favor de una confluencia progresista más moderna y transversal que englobe las nuevas tendencias que demanda la sociedad y dé una respuesta razonable (además de los servicios públicos) a la inmigración, al cambio climático, al racismo, a la homofobia, al feminismo, a la conciliación laboral, a la extensión de bienes de la cultura, a las distintas formas de voluntariado…

 

Aquella España lorquiana que se dibujó en la campaña madrileña no tiene pie en la realidad de nuestro tiempo, por eso estoy con los periodistas Gaumet Florido y Jordi Évole en que sería bueno que los políticos bajasen la tensión de la militancia y las terminales mediáticas afines. A fin y efecto, como diría mi buen amigo, de que la calle no se contagie de esa ira que destilan algunos personajes y muchos medios de comunicación. ///

 

[Img #141394]

Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.15

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.