Miércoles, 24 de Septiembre de 2025

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Ignacio Morán, escritor

La movida de Madrid

Los mayores de sesenta años, además de resistir mejor (o eso dicen) los posibles efectos adversos de la vacuna Astra Zéneca, tenemos grabada a fuego la ilusión de cambio que surgió en los ochenta y, en especial, el espíritu de libertad que alentó la movida madrileña. Es una cita generacional inexcusable con quienes peinan canas o ni siquiera eso, pero hay mucha gente de otras edades que reman en esa barca que quiere alejarnos de aguas turbulentas, de enfrentamientos estériles y, en definitiva, de esa suerte de malditismo siempre amenazante con aislar a España de las grandes democracias europeas.

 

El Homenaje a Canito en la Universidad Politécnica de Madrid (9-2-1980) y el memorable Concierto de Primavera (23-5-1981) precipitaron el despertar social de la universidad española y la aparición de un movimiento contracultural que marcó a millones de jóvenes, unos hechos que vinieron a complementar la apertura política iniciada unos años antes. En ese viaje apasionante tendría un protagonismo destacado el ensayo titulado “El miedo a la razón”, firmado por el profesor Enrique Tierno Galván.

 

El respeto a las libertades sexuales, la despenalización de los anticonceptivos, el feminismo, la libertad de expresión, el laicismo, las drogas, la búsqueda de nuevas estéticas en el cine, la televisión, la música, la fotografía, el comic… fueron algunos de los fundamentos nucleares de La Movida que se extendió rápidamente a Barcelona, Bilbao, Vigo, Valencia, Málaga y otras muchas ciudades de España e Iberoamérica.

 

Parecerá que hablo de una época lejana, pero la realidad nos dice que se acaban de cumplir cuarenta años de aquella otra transición hacia la libertad intelectual. Lamentablemente, hoy vuelven a repuntar los miedos por el futuro que fueron en el cemento y el aliento de radios, periódicos, revistas, editoriales, cantautores, grupos musicales, lugares de reunión… y, en esencia, el mensaje de una pléyade de creadores tan inabarcable como multidisciplinar.

 

La Movida, ahora lo sabemos con certeza, fue una verdadera revolución cultural en la que dejaron su impronta centenares o miles de personas entre los que cabe citar: Fernando García Tola, Paloma Chamorro, Paco Umbral, Eduardo Haro, Carlos Argüello, Antonio Vega, Joaquín Sabina,  Iván Zulueta, Ana Curra, Moncho Alpuente, Ramoncín, Olvido Gara (Alaska), Carlos Berlanga, Ágata Ruiz de la Prada, Ouka Leele, Carlos Tena, Agustín Tena, Antonio Alvarado, Guillermo Pérez Villalta, Miguel Ríos, Tino Casal, Loquillo, Pedro Almodóvar, Javier Gurruchaga, Sabino Méndez, Pablo Pérez Mínguez, Fernando Trueba, Vicente Molina, Fabio Mcnamara, Nazario Luque, Fernando Vicente, Eduardo Benavente, Santiago Auserón, Pablo Carbonell, Luís Antonio de Villena, J. Sádaba, Enrique Urquijo, María Teresa Campilongo (Rubi),  F. Savater, Leopoldo Panero, Gregorio Morales, García Calvo... Citados sin ánimo de hacer ni agotar catálogo alguno y sin asociarlos a ninguna disciplina, unidos sólo por el hilo común de un empeño encomiable en buscar nuevas formas de expresión en sus respectivos quehaceres.

 

Desde luego Madrid es una ciudad que acoge movidas memorables y de gran alcance. Sin necesidad de remontarnos demasiado atrás podemos recordar la displicencia de los madrileños con la Casa de Saboya en la persona del rey Amadeo I, el levantamiento contra el todopoderoso emperador Napoleón, el ¡No pasaran! que frenó en seco el paseo de las tropas sublevadas (1937) en su intención de tomar rápidamente la capital, la reacción formidable de la ciudadanía después de la astracanada del 23F, la lección democrática que se dio a los atentados del 11 de marzo, la españolización del movimiento indignado europeo que cristalizó con miles de jóvenes acampados en sus plazas y parques el 15M…

 

La convocatoria anticipada de elecciones en la Comunidad de Madrid se concretará el próximo martes cuatro de mayo, un día laboral y aún con el chute de adrenalina del madrileñismo fiestero del dos de mayo. La decisión de la Presidenta descolocó las fichas del tablero político del país, reconoció que era una convocatoria preventiva frente a una hipotética moción de censura y, finalmente, ha devenido en un peligroso baile de máscaras en el que la tensión ha llegado a tal punto que todos se han arrancado la suya para buscar el voto en una campaña deleznable, sin apenas espacio para explicar los programas que presentan a la ciudadanía.

 

Las cartas electorales están sobre la mesa y hasta es posible que mañana se respete el día de reflexión, toda una ironía. La realidad es que, salvando todas las distancias, esta nueva movida de Madrid tampoco deja indiferente a nadie. La estrategia de los partidos, la parcialidad mediática, las amenazas absolutamente intolerables… La indignidad y las prácticas más infames han campado a sus anchas en esta campaña, pero la democracia nos obliga a fiar en el buen criterio de la ciudadanía de Madrid para cerrar el paso a esos fantasmas que siempre terminaron concerniendo a todos los españoles. Y en esta ocasión, no les quepa duda, ocurrirá lo mismo. ///

 

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