La Chicharra
Sexo
La literatura erótica parece que está en auge. El fenómeno “50 sombras de Grey” ha excitado al mundo editorial. Las secciones de libros eróticos en las librerías se van ampliando.
Estos libros han dejado de
estar recogiendo polvo en un rincón para acaparar la primera línea del
escaparate. Y no es que el sexo esté de
moda, como piensan algunos, el sexo forma parte de la condición humana desde
siempre. Otra cosa muy diferente es que los más puritanos renieguen de él
públicamente, aunque como decía Gómez de la Serna: “No satisfará a los viejos sórdidos, a los
magistrados de una bajeza sombría, a los que leen en el cuarto cerrado con
llave y cerrojo los libros pornográficos… porque les irritará eso que
descompone sus placeres solitarios. A todas esas gentes que abominan de la
libertad de pensamiento, y sin embargo, comenten los actos más vergonzosos”.
Como todo género literario tiene sus altibajos. En los últimos tiempos la literatura erótica ha estado denostada y menospreciada. Y no es un género menor. La horterada, pornografía de mal gusto, es diferente. En cambio, la literatura erótica (que no pornográfica) suele ser rica en detalles y descripciones. Insinúa más que muestra, y eso permite nuevas fantasías a los lectores.
En cualquier
caso hay que recordar que el erotismo y la literatura siempre han estado
asociados. Se pueden encontrar fragmentos eróticos incluso en el Quijote de Cervantes o en Ulises de Joyce.
Como dice
Woody Allen: “Sólo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el
sexo y la segunda no me acuerdo”.
Somos más de dos los que pensamos así.





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