Melgar y Micereces de Tera cierran sus bares

Como un lento goteo de agua, así se vienen cerrando algunos bares de los pueblos y no es sólo por el acusado descenso poblacional, que también, sino en buena parte de culpa debido a la falta de apoyo institucional. Más aún cuando en estos casos suele ser el único bar del pueblo y es titular el propio Ayuntamiento.

Un relajado goteo, pero incesante y que ayuda a languidecer la vida de cada uno de estos pueblos. El bar es no sólo un negocio que ya a duras penas sustenta la economía familiar es, sobre todas las cosas, el lugar donde gira la vida social. Y sin este tipo de locales la agonía se precipita como la vida misma.

Los últimos ejemplos en la comarca se dan en Melgar de Tera y en Micereces de Tera, aunque en uno y otro caso el cierre de la actividad aparece por causas diferentes. Si en Micereces el bar clausura sus puertas una vez llegado el nuevo año, en este caso lo hace por no poder atenderlo como ha explicado a Interbenavente.es  Isabel, la regente de este establecimiento ubicado en la planta baja de la Casa Consistorial.

Situación muy diferente se da en el caso de Melgar de Tera. Los hasta ahora regentes, hasta el último día de noviembre, la pareja de jóvenes emprendedores Cristina y Jorge, retornados al pueblo desde Barcelona, aseguran no haber encontrado más que trabas, "sin ayudas de las administraciones y poco apoyo municipal". Tener que afrontar además del alquiler al Ayuntamiento, todos los gastos de luz, agua, calefacción y todo lo que conlleva la actividad de un establecimiento hostelero es más que un freno en un pueblo, según aseguraron a este diario estos jóvenes quienes se han encargado de la actividad hostelera en el local de la antigua escuela del pueblo.

Lo que ahora se ha venido en denominar la España vaciada y de la que parece haber descubierto recientemente la clase política sin ponerle freno, únicamente buenas palabras, se manifiesta con toda crudeza en el cierre de un bar, del único bar del pueblo, en el espacio convergente de la vida social, de la que languidece con un goteo al que la atenta mirada se detiene, se agota.

FOTOS: M. A. C.