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Opinión

Ribadelago, la voz viva de sus muertos

Interbenavente.es Miércoles, 09 de Enero de 2019 Tiempo de lectura:

En la madrugada del 9 de enero de 1959 la presa de Vega de Tera reventaba a las 00.23 horas y volcaba sus aguas sobre el pueblo de Ribadelago anegando sus tierras y viviendas, aniquilando a sus gentes y su forma de vida, devastando la sierra, sembrando la muerte y el terror, el dolor, la nada

Fue la codicia del hombre la que reventó aquellos muros edificados a ojo de buen cubero. Los responsables quedaron impunes y los nombres de los muertos fueron silenciados por imposición. Ni Dios ni los hombres han hecho aún justicia.

 

Han pasado 60 años de aquella noche maldita que transformó el Lago de Sanabria en un inmenso cementerio y sembró de cruces los solares arrasados del viejo Ribadelago. Sesenta años de "aquello" que endureció los rasgos de los que sobrevivieron y selló sus bocas con un silencio que lo envolvía todo en los veranos de mi niñez, cuando los vecinos preferían callar o mascullaban maldiciones entre los dientes, todo hacia adentro, como hacen las cosas en la dura y hermosa Sanabria. Un silencio denso, plomizo como la Cárdena, que me acompaña desde los primeros compases de mi vida, que comienza en las orillas de su Lago, entre sus casas de piedra y pizarra, sus brezos, sus castaños y sus helechos, allá donde está escrita toda mi infancia y mi adolescencia, mis primeros pasos, mi primer latido.

 

Han pasado sesenta años de memoria escondida, de apretar los puños y los dientes mirando hacia la sierra, de hablar por lo bajo, como con miedo, de querer que el tiempo pasase deprisa; sesenta años de echar tierra sobre aquella noche que pesa como una losa sobre los hombros de sus gentes, sobre el silencio de sus muertos, que tañen bajo las aguas las campanas de la memoria; sesenta años de aquella noche que escribe un antes y un después en la historia, en la vida, en el devenir de un pueblo que se fue a dormir inocente y manso sin saber que montaña arriba rondaba la muerte, que el río Tera se desbocaría laderas abajo reventando unos muros hechos de trampa, incapaces de contener aquella mole de agua.

 

Artículo completo en ZamoraNews.com

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