Cuidando tu cuerpo
Mitos (I)
Para contribuir a la simplificación y clarificación de cierta terminología asociada al masaje, en general, es necesario derrocar algunos mitos heredados de la escasa formación técnico-sanitaria de muchos “profesionales”
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Uno
de los mayores problemas que aqueja a nuestra actividad- llámese
masaje, quiromasaje, terapias manuales, naturopatía manual, etc.- es la
diversidad de términos (véase el propio nombre de la actividad), teorías
y técnicas que se agolpan bajo esta denominación (Vázquez Gallego, J.,
2009). Esta diversidad no sólo no ayuda a la transmisión de información
entre profesionales, y entre éstos y sus pacientes, sino que contribuye
a oscurecer una profesión puesta en tela de juicio por sus numerosos, y
no desinteresados, detractores. Para contribuir a la simplificación y
clarificación de cierta terminología asociada al masaje, en general, es
necesario derrocar algunos mitos heredados de la escasa formación
técnico-sanitaria de muchos “profesionales” que han desarrollado su
trabajo dentro de un vacío legal, en cuanto a competencias laborales en
el desempeño y contenidos conceptuales en la enseñanza de la
naturopatía se refiere.
Arrojemos luz sobre los mitos más celebres de esta ocupación.
Los famosos “nudos”.
Casi
todos hemos padecido en nuestras carnes ese intenso dolor de espalda
que te manda irremediablemente a la camilla de un masajista y cuál es
nuestra sorpresa cuando, ese buen hombre (o mujer), nos anuncia que
tenemos la espalda llena de “nudos”. Nadie, en esta circunstancia, está
exento de devanarse los sesos intentando entender cómo demonios ha
podido llegar hasta ese extremo. Si bien no debe preocuparnos esta
somera y rápida valoración de nuestra espalda, sí que debe hacerlo lo
inespecífico del término “nudo” en boca del sujeto que ha de solucionar
el desaguisado. Veamos.
La
palabra “nudo” es utilizada para designar diferentes lesiones musculo –
tendinosas de leve a moderada gravedad que, a la palpación, son
idénticas para una mano inexperta. Entre estas lesiones no se encuentra,
por supuesto, el anudamiento de las fibras musculares, algo que, además
de imposible (sin romper un extremo del músculo antes), sería
tremendamente doloroso. Ha contribuido al arraigo popular de esta
denominación la gran cantidad de tipos de lesiones musculares y la falta
de convenio entre los profesionales sanitarios a la hora de nombrar y
definir cada tipo de lesión. Por ejemplo, imaginemos que nuestro
masajista nos comunica que tenemos un “nudo“ en la espalda. En este
caso, y dada la patología más común en esa zona, podríamos tener:
1. una hipertonía muscular[1],
2. una contractura [1],
3. un tirón o desgarro muscular[2],
4. un espasmo, un calambre [1],
5. un punto gatillo [3],
6. una miofibrosis [2],
7. una tendinitis o una tendinosis [4].
Debemos
añadir las patologías menos comunes y otras más graves fuera de la
competencia de un masajista. Si a esto sumamos las clases de
contracturas atendiendo a su causa, los grados de rotura fibrilar
atendiendo a la cantidad de tejido roto, la diferencia de matiz entre
espasmo y calambre o tendinitis y tendinosis, tenemos un número
considerable de lesiones englobadas dentro del mismo saco. El problema
generado al hacer una valoración inespecífica de una lesión se agrava al
elegir el tratamiento, puesto que es de vital importancia tener clara
la afectación de los tejidos para poner pronta y eficaz solución.
Continuará…
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