Viernes, 03 de Octubre de 2025

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Cuidando tu cuerpo

Mitos (I)

Para contribuir a la simplificación y clarificación de cierta terminología asociada al masaje, en general, es necesario derrocar algunos mitos heredados de la escasa formación técnico-sanitaria de muchos “profesionales”

[Img #7727]Hace unos años tuve la oportunidad de acudir a un curso que versaba sobre el marketing en el ámbito de las PYMES (pequeñas y medianas empresas). El curso se estructuraba entorno a cómo la investigación, la innovación y la puesta en común de unos conocimientos y una terminología  básicos son pilares indispensables para el asentamiento y desarrollo de cualquier actividad dentro de su sector. Es obvio que una apariencia de unidad en las bases y objetivos transmitida a los agentes que han de interactuar con dicha actividad es esencial para el reconocimiento de ésta por ésos.

Uno de los mayores problemas que aqueja a nuestra actividad- llámese masaje, quiromasaje, terapias manuales, naturopatía manual, etc.- es la diversidad de términos (véase el propio nombre de la actividad), teorías y técnicas que se agolpan bajo esta denominación (Vázquez Gallego, J., 2009).  Esta diversidad no sólo no ayuda a la transmisión de información entre profesionales, y entre éstos y sus pacientes, sino que contribuye a oscurecer una profesión puesta en tela de juicio por sus numerosos, y no desinteresados, detractores. Para contribuir a la simplificación y clarificación de cierta terminología asociada al masaje, en general, es necesario derrocar algunos mitos heredados de la escasa formación técnico-sanitaria de muchos “profesionales” que han desarrollado su trabajo dentro de un vacío legal,  en cuanto a competencias laborales en el desempeño y contenidos conceptuales en la enseñanza de la naturopatía se refiere.

Arrojemos  luz sobre los mitos más celebres de esta ocupación.

Los famosos “nudos”.

Casi todos hemos padecido en nuestras carnes ese intenso dolor de espalda que te manda irremediablemente a la camilla de un masajista y cuál es nuestra sorpresa cuando, ese buen hombre (o mujer), nos anuncia que tenemos la espalda llena de “nudos”. Nadie, en esta circunstancia, está exento de devanarse los sesos intentando entender cómo demonios ha podido llegar hasta ese extremo. Si bien no debe preocuparnos esta somera y rápida valoración de nuestra espalda, sí que debe hacerlo lo inespecífico del término “nudo” en boca del sujeto que ha de solucionar el desaguisado. Veamos.

 La palabra “nudo”  es utilizada para designar diferentes lesiones musculo – tendinosas de leve a moderada gravedad que, a la palpación, son idénticas para una mano inexperta. Entre estas lesiones no se encuentra, por supuesto, el anudamiento de las fibras musculares, algo que, además de imposible (sin romper un extremo del músculo antes), sería tremendamente doloroso. Ha contribuido al arraigo popular de esta denominación la gran cantidad de tipos de lesiones musculares y la falta de convenio entre los profesionales sanitarios a la hora de nombrar y definir cada tipo de lesión. Por ejemplo, imaginemos que nuestro masajista nos comunica que tenemos un “nudo“ en la espalda. En este caso, y dada la patología más común en esa zona, podríamos tener:

1.      una hipertonía muscular[1],
2.      una contractura [1],  
3.      un tirón o desgarro muscular[2],
4.      un espasmo, un calambre [1],
5.      un punto gatillo [3],
6.      una miofibrosis [2],
7.      una tendinitis o una tendinosis [4].

Debemos añadir las patologías menos comunes y otras más graves fuera de la competencia de un masajista. Si a esto sumamos las clases de contracturas atendiendo a su causa, los grados de rotura fibrilar atendiendo a la cantidad de tejido roto, la diferencia de matiz entre espasmo y calambre o tendinitis y tendinosis, tenemos un número considerable de lesiones englobadas dentro del mismo saco. El problema generado al hacer una valoración inespecífica de una lesión se agrava al elegir el tratamiento, puesto que es de vital importancia tener clara la afectación de los tejidos para poner pronta y eficaz solución.

Continuará…


[1] Serratrice, G., 2003.
[2] Vázquez Gallego, J., 2009.
[3] McPartland, J.M., Simons, D.G., 2006.
[4] Jurado Bueno, A., Medina Porqueres, I., 2008.
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