La Chicharra
Corrupción
Oímos la palabra corrupción igual que si oyéramos llover. Nos hemos acostumbrado a ella peligrosamente. Cada día desayunamos con un nuevo caso de corrupción que tapa al anterior. Casos que enseguida olvidamos por la novedad del siguiente. No nos da tiempo a asimilar tanta inmundicia.
Yo
era, ignorante de mí, de los que pensaba que la mayoría de los
políticos en el poder eran honrados, que solamente eran cuatro
sinvergüenzas los corruptos que emborronaban el inmaculado panorama
político. Pero me he dado cuenta, tarde, que la mayoría, sí, la mayoría
de los políticos en el poder son corruptos. Otros no necesitan ser
infectos, porque se asignan unos sueldos imposibles para cualquier
ciudadano normal. Por eso les cuesta tanto trabajo abandonar el cargo,
prefieren seguir criando próstata en el cómodo sillón del poder. A las
pruebas me remito. De una u otra manera han metido la mano en las arcas.
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