Domingo, 05 de Octubre de 2025

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Salud y bienestar

Cómo preparar un entrenamiento sin morir en el intento

Cualquier persona que no esté completamente segura de las consecuencias que va a acarrear el deporte que va a realizar debe consultar con un profesional capacitado

Previamente a la explicación de unas nociones básicas que todo el mundo debería saber para preparar la operación bikini haré dos advertencias, que no consejos. En primer lugar, es obligada la visita a nuestro médico para cerciorarnos de que todos nuestros sistemas corporales están en perfecto funcionamiento. En segundo lugar, aunque nos parezca que hacer ejercicio es algo sencillo, no debemos infravalorar las consecuencias del deporte en todos nuestros sistemas, desde el nervioso hasta el hormonal. Cualquier persona que no esté completamente segura de las consecuencias que va a acarrear el deporte que va a realizar debe consultar con un profesional capacitado (véase, preparadores físicos, gimnasios, etc.) y cumplir escrupulosamente las pautas establecidas por éste.


Antes de empezar a correr tenemos que sentarnos y establecer unos objetivos razonables. Los entrenamientos sin una meta final suelen fracasar y/o convertirse en rutinas que no conducen a ningún sitio.  Una vez tenemos claro qué queremos conseguir nos vendrán bien estas pequeñas nociones.

Deberemos tener en cuenta cuando preparemos nuestro entrenamiento qué tipo de fuente energética será la principal durante el ejercicio. Grosso modo, los ejercicios, independientemente de su duración y intensidad, consumirán primero hidratos de carbono (cereales, fruta, verdura, etc.) y, a partir de los 20 minutos de acción, se irán sustituyendo por grasas, por tanto, se hace necesaria una dieta adaptada a los entrenamientos que tengamos programados. Respecto al consumo de proteínas (carnes, pescados y legumbres) sólo nos interesa saber que en entrenamientos de menos de 60 minutos de duración su aportación al gasto energético es casi despreciable. Siempre y cuando tengamos unas fuentes suficientes de hidratos de carbono y grasas.

Dicho esto, y teniendo en cuenta los objetivos marcados, podemos diferenciar tres grandes grupos de entrenamiento:

1.      Aeróbico, cardiovascular o para quemar grasas.  Entrenamientos de baja intensidad y larga duración. Recordemos que por debajo de 20 minutos apenas se queman grasas. La dieta deberá ser rica en hidratos de carbono y proteínas, sin exceder la cantidad de calorías diarias recomendadas, y se reducirá la ingesta de grasas al máximo.

2.      Anaeróbico, de hipertrofia o para tonificar la musculatura. Entrenamientos de alta intensidad y corta duración (o con frecuentes descansos entre ejercicios). Dieta rica en hidratos de carbono y proteínas. El consumo de grasas será adecuado a la cantidad diaria recomendada, siendo preferibles las grasas insaturadas de origen vegetal y del pescado.

3.      Mantenimiento o bienestar. Entrenamientos en los que se combinan adecuadamente ejercicios de las dos clases anteriores, dependiendo de las necesidades específicas de cada individuo. La dieta será equilibrada y el consumo de calorías ajustado a las recomendaciones de cantidades diarias según el sexo y el tipo de rutina establecida por el entrenador.

Después de las tediosas primeras jornadas de ejercicio que nos provocan las tan temidas “agujetas” (Dolor muscular tardío) vendrán los días en que disfrutamos plenamente del ejercicio realizado. Ahora bien, cuando se pretenden obtener unos resultados visibles es posible que la desgana y el desaliento nos invadan a las pocas semanas de haber comenzado los entrenamientos. La capacidad de adaptación del cuerpo humano nos reserva algunas sorpresas. A saber. El cuerpo optimiza los recursos adaptando la musculatura a cada ejercicio, de este modo, el rendimiento obtenido de las fuentes energéticas será mayor a medida que la musculatura se adapte a cada ejercicio, de este modo, una vez acostumbrados a un ejercicio determinado la cantidad de energía necesaria para realizarlo será menor. Por tanto, es recomendable no centrarse en un único deporte o ejercicio. De igual modo, si la intensidad del ejercicio es baja, cuando la musculatura se haya acostumbrado, la cantidad de energía consumida se incrementará en mayor medida con los aumentos de la intensidad que con los aumentos en de duración. Es decir, debemos modificar tiempo e intensidad del ejercicio a medida que avanza nuestra adaptación al entrenamiento.

Para concluir. Establecer unos objetivos reales y un entrenamiento factible es una compleja ecuación con una gran cantidad de variables que suelen estar fuera del conocimiento de los legos en la materia, por ejemplo, la complejísima acción del metabolismo de los diferentes sustratos energéticos y de la “repesca” de algunos de sus desechos para la formación de nueva energía nos da una idea de lo difícil que supone estandarizar algunos entrenamientos.

Carlos Fernández del Hoyo
www.expertamanus.com

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